No nos hemos preparado

Se trata, ni más ni menos, de nuestra supervivencia colectiva, como país pobre, altamente endeudado, con dramáticas diferencias en cuanto al disfrute de oportunidades e ingresos.

  • Actualizado: 27 de febrero de 2025 a las 00:00 -

Con el retorno de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos de América, la nación más rica y poderosa, económica y militarmente del mundo, se inician cambios significativos, de diversos replanteamientos, en las relaciones bi y multilaterales entre la Unión Americana y distintas naciones, entre ellas la nuestra.

En áreas tan vitales para nosotros como ser la migración de compatriotas, tanto quienes están acogidos al TPS, como los nacidos allá de padres indocumentados, están expuestos, más temprano que tarde a la no renovación de su estatus migratorio actual como a la deportación masiva.

En lo comercial, dependiendo del comportamiento del gobierno presidido por la mandataria Xiomara Castro, las represalias emanadas de Washington incluirían distintas medidas, tales como el alza de aranceles a nuestras exportaciones, el cobro de impuestos a las remesas que las y los hondureños residentes legalmente envían a sus familiares. Igualmente, los montos de préstamos y donaciones concedidos a nuestro país pueden ser reducidas e incluso eliminadas, de manera directa e indirecta. Recuérdese la influencia decisiva que los Estados Unidos ejerce sobre los organismos financieros internacionales: Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo.

Ante estos posibles escenarios, no hemos diseñado planes de contingencia que incluyan alternativas y estrategias, que deberían ir desde la búsqueda de nuevos mercados compradores de nuestros productos hasta el cese de las actitudes confrontativas del oficialismo, de carácter ideológico y político, a efecto de restaurar las tradicionales relaciones bilaterales de amistad y recíproco beneficio entre el llamado coloso del norte y nosotros.

La actitud tanto del actual régimen como el de la empresa privada, la academia, colegios profesionales, partidos políticos, sociedad civil, debe deponer las presentes actitudes de apatía, resignación, indiferencia, fatalismo, para contribuir aportando lúcidas propuestas, ideas, acciones, concretas, realistas, plausibles, para hacer frente, con posibilidades de éxito, las nuevas realidades que vivimos y que no podemos ni debemos ignorar. No es posible que el inmovilismo y la inacción sean las respuestas nuestras a los desafíos y retos actuales.

Se trata, ni más ni menos, de nuestra supervivencia colectiva, como país pobre, altamente endeudado, con dramáticas diferencias en cuanto al disfrute de oportunidades e ingresos, con un Estado infiltrado en su institucionalidad por el narcotráfico y crimen organizado, con déficit creciente en su balanza de pagos, sin acceso a las prerrogativas concedidas por la Cuenta del Milenio, con niveles de corrupción e impunidad en los más altos niveles, que saquea fondos públicos de manera sistemática y creciente. Apelar al patriotismo, al interés nacional, a nuestra capacidad de respuesta, aquí y ahora, reviste carácter urgente y prioritario.

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