El cese de fuego de seis semanas, alcanzado con mediación internacional, entre el Gobierno israelí y el grupo palestino Hamas ha colapsado con los renovados ataques aéreos ordenados por el primer ministro Netanhayu, con el respaldo de una coalición de partidos políticos ultraderechistas, en contra de la población de Gaza, que recién empezaba a intentar recuperarse, mental y materialmente, de la masiva destrucción provocada por aire, mar y tierra que se va acercando, inexorablemente, a 50,000 muertes, además de miles de personas heridas y desaparecidas. Adicionalmente, se ha cortado el abastecimiento de electricidad que proveía a una planta de agua para su desalinización, el abastecimiento de medicamentos y víveres, con las consiguientes repercusiones sanitarias, particularmente para la niñez y ancianidad.
La reanudación de los ataques contra Líbano, bombardeando su región meridional, y la ocupación de franjas territoriales en ese país y Siria por el Ejército hebreo agregan más cuotas de sufrimiento para la población civil, amén de las violaciones a la soberanía de ambas naciones.
Por su parte, el presidente Trump ha dispuesto la reanudación de ataques intensos contra Yemen, por solidarizarse su Gobierno con la causa palestina, atacando las embarcaciones que navegan el mar Rojo.
El uso indiscriminado y exclusivo de la fuerza no constituye una solución a la compleja realidad humana y geopolítica que experimenta el Medio Oriente desde 1949 a la fecha. Solamente, como ha votado en reiteradas ocasiones la Asamblea General de la ONU, por abrumadora mayoría, la creación de un Estado palestino que incluya a Cisjordania- la franja occidental del río Jordán-y Gaza, con fronteras definidas, garantizadas por la comunidad internacional, con plena soberanía e independencia, se logrará remontar los desequilibrios de poder imperantes, las tensiones étnicas y religiosas, la mutua seguridad, la paz genuina y duradera, la reconciliación y autodeterminación.
Poderosos intereses se han interpuesto sistemática y radicalmente en los diversos intentos de negociaciones exentas de imposiciones y ventajismos unilaterales, lo que explica la crónica inestabilidad del Medio Oriente.
El tiempo avanza y no se encuentra ninguna luz al final del tenebroso túnel que permita albergar alguna esperanza y expectativa de solución definitiva.
El círculo vicioso se consolida cada vez más, a expensa de más y más vidas segadas, adicionales cuotas de violaciones a los derechos humanos fundamentales.