Hoy, la mayoría de los y las hondureñas, --ya que un importante grupo de trabajadores de la empresa privada y los estudiantes y personal docente y administrativo de la UNAH lo harán hasta mañana--, reanudamos nuestras respectivas actividades, en las profesiones y oficios de nuestra competencia, en la lucha cotidiana por la existencia personal y familiar, tras el extenso período de vacaciones por las celebraciones de la Semana Santa.
Quienes tuvieron la oportunidad de trasladarse a distintos rumbos de la geografía patria, pudieron conocer y/o reconocer su gran diversidad de paisajes y culturas, los olores y sabores de su gastronomía, sus islas, costas, valles, ríos, lagos y lagunas, esteros, parques nacionales, montañas, poblados, un verdadero mosaico de escenarios a cual más espectaculares, cubiertos por los cielos hondureños.
Recorriéndola es que podemos amar y valorar objetivamente a nuestro país, y en el proceso, fortaleciendo un sentimiento de pertenencia a los patrios lares, propiedad de todas y todos los que nacimos en esta hermosa nación, a la que debemos proteger de la depredación y saqueo de sus recursos naturales, renovables y no renovables, al igual que de la contaminación de sus aguas, suelos y atmósfera.
Quienes permanecieron en la quietud de sus hogares, tuvieron la opción de asistir a diversas ceremonias religiosas, fortaleciendo su sentimiento de piedad mediante la oración, o bien dedicar estos días a meditar, leer, escribir, planificar para el presente y futuro, en aras de preservar el bienestar personal y grupal.
Se aproximan tiempos inciertos y peligrosos para el mundo, ya vaticinada mediante cifras y hechos por autoridades financieras de organismos internacionales de crédito, hacedores de políticas públicas, banqueros, advirtiendo de una contracción de la economía global impulsada por la guerra arancelaria decretada y respondida por las superpotencias.
Consecuentemente, se deben adoptar, con carácter de inmediatez, un conjunto de medidas que permitan, cuando menos, amortiguar las complejas repercusiones de tales realidades y su incidencia en las personas, gobiernos, naciones.
Las implicaciones políticas e ideológicas de tales disputas por la hegemonía y supremacía planetaria, son obvias.
Y, como telón de fondo, la continuidad de conflictos bélicos internos y externos, copiosos baños de sangre sin vía de solución en el corto y mediano plazo.