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Novena de Navidad

  • Actualizado: 14 diciembre 2019 /

    En muchos países de raigambre cristiana, acostumbran a que, a lo largo de nueve días, desde el día dieciséis, es decir mañana, y hasta la víspera de Navidad, el día veinticuatro, las personas vayan considerando el significado auténtico de esta fiesta. Y es que hay muchas cosas en las que pensar de aquí a Navidad, para que se pueda vivir de la mejor manera y se pueda sacar el mayor provecho posible a tan señalada fecha.

    Algo que no podemos dejar de tomar en cuenta es la razón de la celebración. Porque se puede correr el riesgo de tener una especie de cumpleaños sin cumpleañero. Con el paso de los siglos se han ido agregando elementos decorativos a la festividad.

    Al Niño en el pesebre se le han sumado el árbol, que también tiene origen cristiano y que, lleno de esferas y de regalos, representa la generosidad de Dios que se dona al hombre; Santa Claus, que es una deformación o estilización de San Nicolás de Bari, el obispo nacido en la actual Turquía y que es reconocido por su solidaridad con los pobres; así como hombres de nieve, renos y todo tipo de personajes que el mundo del espectáculo o la literatura han aportado por medio de relatos y películas.

    De modo que, entre personajes más o menos reales y otros claramente fantásticos, Jesús recién nacido puede pasar desapercibido. De hecho, cuando se ha realizado algún tipo de encuesta a infantes que esperan con ansia la Navidad, y se les ha preguntado sobre los motivos de esta celebración, pocos han mencionado al Niño Dios y más bien se han referido a los regalos, a la comida o al regordete Santa.

    Por eso es importante que los padres de familia procuremos recuperar el sentido originario de la Navidad y que, dentro de los elementos decorativos que se acostumbra colocar en los hogares, se dé preponderancia a la escena del portal de Belén, a la escena en la que destacan Jesús, María y José, rodeados de ángeles y pastores.

    El tradicional nacimiento debe ocupar un sitio de honor en las casas de las familias cristianas, que en Honduras son la inmensa mayoría.

    Además, vale mucho la pena acudir a los textos sagrados, para estudiar y contemplar las narraciones evangélicas de la Anunciación, el censo en Belén, el nacimiento del Hijo de Dios o la visita de los magos de oriente, esto para volver a las fuentes y ser testigos de primera mano de acontecimientos tan importantes. Son nueve días para prepararnos. Debemos aprovecharlos.