Pensar como el cliente

No con grandes discursos, sino con pasos concretos: salir a la calle, observar con atención, hablar menos y escuchar más, probar con humildad y ajustar con inteligencia.

  • 14 de abril de 2025 a las 23:00 -

En una ciudad como San Pedro Sula, donde competir es cada vez más difícil, donde la informalidad presiona desde todos los ángulos y los clientes comparan precios, calidad y servicio con un clic, la

capacidad de innovar ya no es una ventaja. Es una necesidad básica. Quien no innova, se queda. Y quedarse, en estos tiempos, es empezar a desaparecer. Innovar no es solo lanzar un producto nuevo o gastar más en publicidad. Innovar, para una pyme, es cambiar la forma en la que se entienden los problemas y se construyen las soluciones. Es aprender a mirar el negocio desde los ojos del cliente, no desde la oficina ni desde la rutina. El primer paso es aprender a escuchar. Muchos negocios se esfuerzan en vender más, pero no se detienen a preguntarse si están resolviendo el problema correcto. Para empatizar con el cliente, hay que dejar de asumir. Salga a la calle, observe cómo compran sus productos, qué les gusta, qué les molesta, qué dicen cuando creen que nadie los escucha. Pregunte. Pregunte más de lo que habla. Un cliente que se siente escuchado rara vez se va. Pensar como el cliente también implica redefinir el problema. Si un producto no se vende, no siempre es culpa del precio o de la competencia. Tal vez no es fácil de entender, tal vez no resuelve lo que promete, tal vez el canal de venta no es el adecuado. Luego, sea creativo. No espere tener la solución perfecta desde el primer intento. Siéntese con su equipo, con su familia, con quien lo conoce bien, y genere ideas sin filtrar. A partir de ahí, cree algo pequeño. Un cambio en el empaque, una prueba gratuita, una nueva forma de mostrar su producto en redes sociales. No necesita hacer una inversión grande para probar una idea. Lo que necesita es validarla con su cliente lo más pronto posible. Escuche sus reacciones, mida el impacto y ajuste. Repita ese proceso hasta que lo que ofrece tenga sentido para quien lo compra. Hoy más que nunca, las pequeñas y medianas empresas de San Pedro Sula tienen la oportunidad de cambiar su manera de hacer negocios. No con grandes discursos, sino con pasos concretos: salir a la calle, observar con atención, hablar menos y escuchar más, probar con humildad y ajustar con inteligencia.

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