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Lectura social

  • Actualizado: 10 julio 2023 /
Sergio Banegas

El ciudadano debe interesarse en tener comprensión lectora del escenario y contexto social que le rodea, los factores económicos, políticos y culturales deben ser abordados bajo una cosmovisión holística que permita a su vez, identificar los factores incidentales en dichos elementos fenomenológicos.

El ciudadano debe interesarse en desarrollar pensamiento crítico, capacidad de análisis ante los acontecimientos globales y nacionales, ello le dará capacidad de tomar decisiones razonadas y no viscerales; se trata pues de aprender a observar los contextos sociológicos que no solo modifican el mundo sino también nuestro propio cosmos.

Para que eso suceda, el ciudadano debe consumir mucho menos cantidad de información “chatarra” de los medios de comunicación amarillistas y alejados de la objetividad, y acercarse a la literatura académica que le enseñe de los procesos político jurídicos y económico sociales que son los que realmente producen visión clara y objetiva.

El proceso de “idiotización” de las masas funciona cuando el ciudadano carece de instinto personal de buscar la verdad detrás de los acontecimientos, es decir, es engañado y arrastrado a las pátinas del ostracismo de lo ignoto quien no es capaz de liberarse de las cadenas de la repetición mediática que mueve hilos a su antojo para inclinar de manera maliciosa cierta tendencia social.

Es así que aprender a leer no es simplemente conocer el ABC de las palabras, es mucho más que eso; se trata de convertirse en un decodificador de los entornos buscando la verdad, y no la simulación sutil de la certeza que tiene la misión de engañarnos a través de estratagemas que llevan a los túneles asquerosos de la humanidad automatizada, que replica sin conciencia propia todo lo que recibe por sus sentidos.

Es una crítica y delicada responsabilidad que debemos asumir para no ser engañados, por ejemplo, por mercaderes sociales que ven estadísticas y no personas, ven números y no humanos, ven ganancia de capital por encima de la ética, elaboran estrategias mercadológicas que apelan al ausente criterio analítico del ciudadano para conseguir que la teoría maquiavélica del “fin justificando los medios” sea una cruel realidad.