20/12/2025
11:05 PM

Feliz Pascua de Resurrección

Mimí Nasthas de Panayotti

Como fue el hombre el que ofendió al Creador, interrumpiendo su comunicación directa con Él, la línea rota solo podría ser reparada por Dios. “Ustedes estuvieron en otro tiempo separados de Dios y fueron enemigos en su mente, a causa de su mal comportamiento. Pero ahora los ha reconciliado mediante la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo físico”. (Col. 1:21-22)

El hombre pecador no podía botar ese muro entre Dios y él mismo. Solo Dios podía hacerlo por medio de su Hijo. Lo que era imposible para el hombre fue hecho realidad por Jesús, hombre-Dios. Entonces el Padre devolvió su amistad al hombre por medio de su Hijo Jesucristo. El hombre rechazaba a Dios, pero Él mandó a su hijo único a morir por nosotros, tan grande era su deseo de reconciliación.

Según nuestro catecismo, “hay un doble aspecto en el misterio pascual: por su muerte nos libera del pecado, por su resurrección nos abre el acceso a una vida nueva. Esta es la justificación que nos devuelve a la gracia de Dios, ‘a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos... así también nosotros vivamos una nueva vida’. (Rom. 6:4). ‘Si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también nuestra fe’. (1 Co. 15:14). La resurrección constituye ante todo la confirmación de todo lo que Cristo hizo y enseñó. Todas las verdades, incluso las más inaccesibles al espíritu humano, encuentran su justificación si Cristo, al resucitar, ha dado la prueba definitiva de su autoridad divina según lo había prometido.

La resurrección de Cristo y el propio Cristo resucitado, es principio y fuente de nuestra resurrección futura: ‘Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que durmieron... del mismo modo que en Adán mueren todos, así todos revivirán en Cristo’. (1 Co. 15:20-22). En la espera de que esto se realice, Cristo resucitado vive en el corazón de sus fieles. En Él los cristianos ‘saborean los prodigios del mundo futuro’ y su vida es arrastrada por Cristo al seno de la vida divina para que ya no vivan para sí los que viven, sino para aquel que murió y resucitó por ellos”. Este es el mensaje de la alegría pascual.