Los resultados de las elecciones primarias del pasado domingo 9 de marzo en Honduras anuncian que el Partido Libertad y Refundación (Libre) sería el ganador de las elecciones generales del próximo domingo 30 de noviembre, con su candidata, Rixi Ramona Moncada Godoy.
Hasta la mañana de ayer, viernes, los resultados del Consejo Nacional Electoral (CNE) favorecían a la precandidata Moncada con un 92.33% igual a 342,928 votos, seguida del precandidato del Partido Nacional, Nasry Juan Asfura Zablah, con un 76.82% igual a 306,282 votos, y, por último, el candidato del Partido Liberal, Salvador Alejandro Nasralla Salum, con 58.46% sumando 192,997 votos.
Tomando estas elecciones primarias como una prueba piloto de lo que podría acontecer en las venideras elecciones presidenciales, según esta visión del ambiente político en el país, seguirán gobernando los mismos, no porque le hayan cumplido al pueblo sino porque su principal contendor de los últimos años, los nacionalistas (cachurecos) dejaron sucia la imagen de Honduras y huellas biométricas marcadas en la justicia estadounidense y el llamado “glorioso” partido de los “colorados” quedó dividido después del golpe de Estado, llegando a una extrema crisis que el candidato ganador en las primarias es conocido como el “camaleón” Nasralla.
Con todas las negligencias ocurridas en ese evento político, en especial del atraso del material electoral en algunos de los centros de votación en los 298 municipios y el acarreo en transporte público, el que debe de ser exclusivo de la utilización del transporte de las Fuerzas Armadas, las demás actividades del CNE fueron diligentes.
Además, ese atraso no afectó ni benefició a ningún partido político, pero sí, a esos votantes que esperaron hasta tarde de la noche o, incluso, hasta la madrugada, para poder ejercer su derecho constitucional al voto, en un país llamado Honduras.
