Indultada por el asalto al Capitolio regresa a una nueva realidad en EEUU

Los simpatizantes de Trump indultados por el asalto al Capitolio se adaptan a su nueva realidad tras salir de prisión.

  • 25 de marzo de 2025 a las 14:46 -
The New York Times

Por: Dan Barry y Alan Feuer/The New York Times

En su decimoquinto día de libertad como participante indultada en el motín del 6 de enero del 2021, Rachel Powell condujo por el gris invierno de Pensilvania hasta el juzgado del condado en Franklin. Necesitaba tachar la solicitud de un permiso de armas de su lista de pendientes por hacer una vez habiendo regresado a casa.

Acompañada por sus dos hijos menores, Powell entró a la Oficina del Alguacil del Condado de Venango. Comenzó a llenar la solicitud de porte oculto, sólo para detenerse en seco ante el dilema planteado por la Pregunta G:

¿Está usted ahora acusado o ha sido alguna vez condenado por un delito que conlleve un castigo en prisión por un periodo superior a un año?

Si respondía que sí, su solicitud no podría ser procesada. Si respondía que no, temía ser acusada nuevamente de violar la ley.

“¿Puedo anotar que respondí de esta manera porque tengo un indulto presidencial?”, preguntó Powell, que alguna vez tuvo un rifle AK-47 y una pistola Glock.

Dos oficinistas en la Oficina del Alguacil recepcionistas no pudieron orientarla mucho, pues nunca habían lidiado con un indulto presidencial. Tampoco el ayudante del sheriff, quien le aconsejó consultar con un abogado. “Pondré que no”, dijo Powell finalmente.

Una gorra firmada por Trump, diciendo: “Rachel, te queremos”, en referencia a una de las atacantes del Capitolio.

Pagó la cuota de 20 dólares, se le dijo que la oficina se pondría en contacto con ella y salió del juzgado, a su nueva realidad. Hace 5 años, educaba a sus hijos en casa y vendía productos orgánicos en mercados sobre ruedas. Ahora, en su bíceps izquierdo lucía un recuerdo de la prisión que reflejaba el nuevo propósito de su vida: un tatuaje tosco que decía “J6”.

Más de un millar de indultados

Powell, de 44 años, figuró entre las casi mil 600 personas que se beneficiaron de un indulto presidencial.

A pocas horas de regresar a la Casa Blanca, el Presidente Donald J. Trump otorgó indultos a todos los implicados en el caos del 6 de enero, cuando miles de sus partidarios, motivados por sus mentiras sobre elecciones amañadas, irrumpieron en el Capitolio de EU y trastocaron la certificación electoral de su oponente, Joseph R. Biden Jr.

Powell creció en circunstancias disfuncionales, dio a luz a su primer hijo a los 16 años, se casó a los 20 y educó en casa a sus ocho hijos. Se divorció, se mudó a una granja, trabajó en una librería e inició un pequeño negocio de venta de productos orgánicos a los vecinos y en mercados sobre ruedas. Rara vez se mantenía al tanto de la política nacional. Pero Powell creyó las mentiras de Trump sobre la elección robada y respondió a su llamado de acudir a Washington el 6 de enero para una protesta “salvaje”.

Powell hizo más que protestar. De acuerdo con la fiscalía federal, fue una “agresora”, incitando a otros a través de su megáfono a entrar a fuerza al edificio. Usó un piolet y un ariete improvisado para romper una ventana del Capitolio mientras los abrumados policías intentaban contener a la turba.

Powell fue declarada culpable de nueve delitos graves y menores, y condenada a 57 meses en prisión.

Un día en que caía aguanieve en enero del 2024, Powell abrazó a dos de sus hijos en la penitenciaría federal de Virginia Occidental antes de que unos guardias impacientes se la llevaran. “Es como si te arrancaran el corazón”, recordó.

Powell se adaptó a los ritmos del encarcelamiento. Tenía lazos más cercanos con otras dos alborotadoras del 6 de enero: Shelly Stallings, que purgaba dos años, y Riley June Williams, que purgaba tres.

Con una pistola de tinta improvisada, hecha con un bolígrafo, una batería de 9 volts y el motor de un reproductor de CD, inmortalizaron su vínculo con tatuajes “J6” en el bíceps de Powell, el antebrazo de Stallings y el torso de Williams.

“Mis hermanas J6”, dijo Powell.

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Tras su indulto, Powell regresó a su rincón de Pensilvania: territorio pro Trump.

Un día reciente, Powell manejó a una estética cercana, mientras mentalmente añadía otro asunto a su lista de pendientes. La Oficina del Alguacil había llamado, su solicitud de permiso de porte de armas había sido negada y ahora tenía que presentar una apelación para averiguar el motivo. Aunque el rechazo la incomodaba, no le sorprendió. “Los últimos cuatro años han sido un infierno”, dijo. Al menos tenía la alegría restauradora de un corte de cabello.

Powell ahora habita un mundo J6. Promueve la ideología J6 en línea.

“Fuimos allí inocentemente a una protesta”, dijo Powell. “Y fuimos arrastrados por la violencia.

“Somos las personas que amamos a nuestro País”, añadió. “Sabemos que EU es el mejor país del mundo y tenemos que salvarlo”.

Meridith Kohut contribuyó con reportes a este artículo.

©The New York Times Company 2025

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Staff NYTimes
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