México.
Los más de un millón de seguidores en Facebook y Twitter que tenía el youtuber mexicano, Juan Luis Lagunas, mejor conocido como “ El Pirata de Culiacán”, son un reflejo de la frustración de una sociedad que exalta la narcocultura, advirtieron expertos tras el estupor en México por el asesinato del adolescente que alcanzó la fama por divulgar sus excesos en redes sociales.
Nacido en un pueblo de Sinaloa, cuna de grandes narcotraficantes entre los que destaca Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, Lagunas creció con su abuela, sin conocer nunca a su padre, en una casa de escasos recursos.
Al alcanzar la adolescencia, ‘El Pirata’ se trasladó a Culiacán con el objetivo de buscar “una vida mejor”. Allí, en una de sus tantas juergas, alcanzó la fama inesperadamente cuando un grupo de amigos lo grabó cayendo de cara en el pavimento, totalmente ebrio. Ese video le dio el pase de entrada al mundo viral. Apenas unos meses después, el muchacho pueblerino se topó de golpe con dólares, pistolas de oro, silicona y autos de lujo.
Tras alcanzar la fama efímera de las redes sociales,
‘El Pirata’ encontró una oportunidad de negocio y siguió divulgando videos en los que se exhibía embriagado, bailando con mujeres que solo había visto en revistas, o aspirando cocaína. Cuantos más videos compartía, más aumentaba el número de sus seguidores. Las invitaciones de cantantes y grupos de música de banda para que acudiera a sus conciertos llegaban por montones. Y así el Pirata se convirtió en la sensación que jugaba a amenazar con una pistola al presidente Enrique Peña Nieto o al narcotraficante más peligroso de México,
Nemesio Oseguera, alias “
el Mencho”, líder del cártel Jalisco Nueva Generación. “El Mencho a mí me pela la v....”, dijo en uno de sus últimos videos. Apenas unas semanas después,
El Pirata fue acribillado a balazos en un bar de Jalisco.
El joven promocionaba desde un mes antes su asistencia al negocio donde murió y avisó que acudiría a éste en su visita a Guadalajara.
En el lugar recibió al menos tres ráfagas de parte de hombres que llegaron con armas de fuego largas. De acuerdo con algunos testigos, Lagunas intentó escudarse tras el propietario del lugar y luego quedó acorralado en una esquina donde recibió entre 15 y 20 disparos, la mayoría de ellos en la cabeza.
El pirata tenía 35 mil seguidores en
Twitter y un millón 20 mil en Facebook, que reflejaban con sus aplausos la frustración de la sociedad. Esta es la opinión del doctor Víctor Manuel Larios, especializado en tecnologías de la información por la
UdeG, quien explicó que la vida excéntrica que el personaje presumía en sus redes sociales, pueden ser un escape para la gente que lo sigue. “Es un tema de una frustración de la población ante el Gobierno, si alguien empieza a fanfarronear y aunque sean mentiras, pues es un escape (para los seguidores), es como ir al cine y ver una película”, expuso Larios Rosillo.
Por su lado, quienes exhiben su vida de la manera en la que lo hacía Lagunas, van perdiendo sus valores y llegan a transgredir la ley en busca del reconocimiento y popularidad que no reciben en su vida real, expuso. “Estos personajes transgreden e incluso desafían un sistema porque se sienten en otro ambiente”, consideró.
Laguna se ganó los aplausos al reflejar la narcocultura mexicana. La misma que deslumbra a los jóvenes con drogas, armas, alcohol, mujeres y dólares. Sin embargo, el Pirata nunca midió el alcance de sus presunciones en redes sociales, las mismas que acabaron condenándolo a muerte. “Todo acto tiene consecuencia y la neta yo viví la vida recia”, se escucha en un narco corrido compuesto en su honor.
Los más de un millón de seguidores en Facebook y Twitter que tenía el youtuber mexicano, Juan Luis Lagunas, mejor conocido como “ El Pirata de Culiacán”, son un reflejo de la frustración de una sociedad que exalta la narcocultura, advirtieron expertos tras el estupor en México por el asesinato del adolescente que alcanzó la fama por divulgar sus excesos en redes sociales.
Nacido en un pueblo de Sinaloa, cuna de grandes narcotraficantes entre los que destaca Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, Lagunas creció con su abuela, sin conocer nunca a su padre, en una casa de escasos recursos.
Al alcanzar la adolescencia, ‘El Pirata’ se trasladó a Culiacán con el objetivo de buscar “una vida mejor”. Allí, en una de sus tantas juergas, alcanzó la fama inesperadamente cuando un grupo de amigos lo grabó cayendo de cara en el pavimento, totalmente ebrio. Ese video le dio el pase de entrada al mundo viral. Apenas unos meses después, el muchacho pueblerino se topó de golpe con dólares, pistolas de oro, silicona y autos de lujo.
 El cuerpo del Pirata fue identificado por sus tatuajes.
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El joven promocionaba desde un mes antes su asistencia al negocio donde murió y avisó que acudiría a éste en su visita a Guadalajara.
En el lugar recibió al menos tres ráfagas de parte de hombres que llegaron con armas de fuego largas. De acuerdo con algunos testigos, Lagunas intentó escudarse tras el propietario del lugar y luego quedó acorralado en una esquina donde recibió entre 15 y 20 disparos, la mayoría de ellos en la cabeza.
 El youtuber fue asesinado en un popular bar de Jalisco.
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Por su lado, quienes exhiben su vida de la manera en la que lo hacía Lagunas, van perdiendo sus valores y llegan a transgredir la ley en busca del reconocimiento y popularidad que no reciben en su vida real, expuso. “Estos personajes transgreden e incluso desafían un sistema porque se sienten en otro ambiente”, consideró.
Laguna se ganó los aplausos al reflejar la narcocultura mexicana. La misma que deslumbra a los jóvenes con drogas, armas, alcohol, mujeres y dólares. Sin embargo, el Pirata nunca midió el alcance de sus presunciones en redes sociales, las mismas que acabaron condenándolo a muerte. “Todo acto tiene consecuencia y la neta yo viví la vida recia”, se escucha en un narco corrido compuesto en su honor.
