Uno de los grandes atractivos que ofrece Honduras a los turistas es, sin duda alguna, la rica y variada artesanía que se exhibe en diferentes centros o se puede adquirir directamente en los lugares donde se elabora.
Los productos llegan a las grandes ciudades procedentes de las zonas rurales donde manos expertas les dan forma y colorido.
En San Pedro Sula el visitante encuentra una gran oferta de artesanía nacional y centroamericana, especialmente en el mercado Guamilito. En el Pabellón de las Artesanías de este centro, cerca de 40 locales ofrecen mil menudencias en madera, barro y textiles naturales a los turistas que lo visitan a diario. Este mercado es parte ya del alma de San Pedro Sula y de la costa norte. Limpio y seguro, es un modelo para replicar en otras ciudades.
De todo el país
La industria artesanal, organizada en la mayoría de casos en forma de cooperativas, está muy difundida en todo el país, y contribuye en gran medida, al desarrollo de nuestra economía.
La naturaleza ha contribuido a proporcionar los materiales que los artistas requieren para sus obras. Del barro y arcilla se fabrican vajillas, floreros, vasijas y jarrones; del bambú y del mimbre se hacen muebles y canastas. La madera se transforma en baúles tallados, fruteros y juegos de comedor y la palma es convertida en cestos, sombreros, abanicos y carteras.
La artesanía es aprendida por gente del pueblo en escuelas artesanales igual que en sus propios hogares, de generación en generación .
En Copán se producen pocas artesanías localmente; sin embargo, aquí puede encontrar el turista la más completa gama de souvenires producidos en diferentes latitudes de Honduras.
La poca artesanía producida en la región son las réplicas de estelas y figuras mayas diversas, talladas en madera y piedra. La mayoría de éstas son verdaderas obras de arte, hechas a mano una pieza a la vez. Muchas de estas réplicas talladas a mano son llevadas alrededor del mundo por los turistas que visitan el parque arqueológico de Copán.
La artesanía tiene su particularidad de acuerdo a la región donde se elabora. En El Progreso, Yoro, se encuentra Imapro, escuela artesanal en donde se puede observar a los estudiantes tallar piezas sumamente artísticas en madera de caoba y cedro. Lo mejor de todo es que además existe una gran variedad de piezas en exhibición que se pueden comprar allí mismo. También se encuentra la galería de Arte Mahchi, con una selección de fina y variada artesanía.
Hablar del tejido del junco es referirse a Santa Bárbara. Aquí el tejido de esta fibra vegetal cumple una función social unificadora, pues todos trabajan por igual. Los hombres cultivan el junco mientras que las mujeres y los niños procesan las fibras y tejen las manualidades.
En las aldeas alrededor de Santa Bárbara se producen mucha de la más bella artesanía de Honduras.
En La Arada, se produce preciosa cestería de junco enrollado; en Nueva Celilac, productos de tusa como muñecas y flores; Santa Rita y El Ocotal producen cestería tejida; en Ceguaca y Los Bancos se elaboran los sombreros mientras que los mejores petates se producen en El Níspero y en Nejapa. También en Santa Bárbara se encuentra el Centro Cultural Hibueras, una organización sin fines de lucro que tiene una sala de ventas de artesanía producida en los alrededores. El mismo personal orienta al visitante que quiere ordenar productos específicos directamente a los artesanos.
Valle de ángeles
Yendo un poco más allá de la capital, la comunidad de Valle de Angeles se ha convertido en un gigantesco centro turístico, con una exposición permanente de artesanía de todo el país. Aquí usted puede pasearse por los pabellones y comprar excelentes productos típicos a buenos precios. Artículos como sandalias, fajas y carteras de cuero, sombreros de junco y baúles tallados en madera, son expuestos en el Pabellón Nacional de Artesanía.
La principal ocupación de sus habitantes es la fabricación de cerámica en barro. Aquí no hay distinción de sexo ni edad al momento de elaborar los productos: hombres, mujeres y niños trabajan arduamente en cada uno de los talleres para cubrir la gran demanda de estos productos. Cada rincón, cada calle tiene su misterio histórico. Los muchos artesanos plasman pequeños paisajes en los jarrones y cántaros de barro como si estuvieran dando vida a su propia comunidad.
