En la tranquilidad de un sábado por la tarde, un grupo de admiradoras todavía espera en la puerta del Hotel Park Hyatt en Toronto con la inocente esperanza de ver a algún famoso, aunque sea de lejos. Lo que no saben es que detrás de una de las camionetas estacionadas en la puerta principal se esconde Philip Seymour Hoffman, espiándolas a ellas, mientras fuma un cigarrillo. Pero finalmente nos llega la hora de ser nosotros quienes “espiemos” su vida con nuestra entrevista.
¿En la época en que recién empezaba como actor tenía algún trabajo “escondido”?
Sí, trabajé como guardavidas desde los 19 años hasta los 23. Quiere decir que “salvé mi vida” casi cuatro años con dos trabajos al mismo tiempo.
¿Alguna vez salvó a alguien como guardavidas?
Casi, casi.
¿Casi? ¿No lo salvó entonces?
(Ríe). Mucha gente se tira en el lado profundo de una piscina sin saber nadar y cuando se dan cuenta de que no tocan el fondo, es demasiado tarde, les da pánico. Y el pánico es el que te ahoga, porque el cuerpo despliega tanta energía, tan rápido, que los brazos se cansan y así cualquiera se puede ahogar. También te enseñan que lo último que hace un guardavidas es meterse en el agua, porque alguien que se está ahogando, cuando está en estado de pánico, puede ahogarte antes de que puedas salvarlo. Tienen más fuerza que nunca; en el océano es peor. Es una larga historia, pero yo tenía un jefe que no confiaba demasiado en mí y cuando él vio que esta chica se estaba ahogando, no confió en mí y salió corriendo. La sacó a un lado de la piscina y cuando llegué, ya estaba todo hecho. Yo igual no podía parar de reír cuando lo vi todo mojado y apenas le dije “gracias”. Es increíble, pero este jefe pensaba que yo era un tonto sólo porque en vez de ir a los partidos de waterpolo, buscaba trabajo como actor.
¿En qué momento de su vida se dio cuenta de que ya podía vivir definitivamente de la actuación?
¿En qué momento pude trabajar exclusivamente como actor sin ningún otro tipo de trabajo? Probablemente a los 27 ó 28 años.
¿Fue por algún trabajo en particular?
No, simplemente por dinero. Se necesitan dólares para pagar las deudas. Si no tenía seguro de desempleo, necesitaba algún trabajo. Y a los 27 años empecé a trabajar lo suficiente como actor para mantener mi cabeza fuera del agua, hasta que poco a poco fueron mejorando las cosas. Pero yo había empezado a trabajar profesionalmente como actor desde muy joven, a los 22 ó 23 años, aunque no pude hacerlo sin otras fuentes de ingreso hasta que tuve 27 ó 28 años.
¿El teatro de Nueva York, hoy, es el mismo que cuando usted recién empezaba?
El teatro de Nueva York es grandioso. Supongo que hay ciertos temas económicos con Broadway y los precios de las entradas donde creo que hay realmente un problema que deberían tratar. Pero sigue siendo genial el teatro local. Yo mismo decidí ver por lo menos una obra de teatro por semana cada vez que voy a Nueva York. Vivo por ahí, pero todavía no lo pude ver todo. Hay tanto para ver, pero la gente no presta ese estilo de atención.
En el suburbio de Fairport, en Nueva York, es exactamente donde nació Philip Seymour Hoffman el 23 de Julio de 1967. La pasión por ser actor surgió en la escuela secundaria y así fue como decidió inscribirse en la Escuela de Artes Tisch de la Universidad de Nueva York para graduarse en 1989. Dos años después consiguió debutar en cine con una producción independiente llamada “Triple bogey on a par five hole”, usando un nombre artístico mucho más corto como Phil Hoffman. Recién al año siguiente utilizó por primera vez su nombre completo cuando logró una participación al lado de Al Pacino en “Scent of a woman”. El mayor reconocimiento lo tuvo con el director Paul Anderson y la película “Boogie nights”. Fue ganando fama como uno de los mejores actores del cine independiente gracias a las películas “Magnolia” con Tom Cruise, “Flawless” con Robert DeNiro y “The talented Mr. Ripley” con Matt Damon, Gwyneth Paltrow y Jude Law; además de las superproducciones “Red dragon”, “Cold mountain” y “Mission impossible III”. Y Hollywood lo coronó con el Oscar en 2005 por la película “Capote” (con la cual también recibió otros 23 premios), recibiendo una segunda nominación como mejor actor de reparto por “Doubt”.
Habiendo pasado por tantas entregas de premio, ¿hay alguna anécdota que recuerda con más cariño?
¡Hombre! Soy tan malo para esas preguntas... Honestamente, las entregas de premios dan terror. Es un momento donde uno trata de sobrevivir lo mejor que puede, tratando de decir lo que hay que decir, lo que uno quiere decir. Pero es algo que recién se disfruta tres semanas después. Y me alegra haberlo vivido. Me alegra haber ganado un Oscar. Es realmente genial. Pero en el momento, para una persona como yo, da miedo.
¿El sentimiento de haber ganado un premio como el Oscar no es mejor que cualquier miedo?
Pero el miedo no depende de “ganar”. No es como ganar una carrera frente a otros. Lo peor es tener que pararse a hablar frente a millones de personas.
¿Y después de que termina la fiesta y ya tiene el premio en sus manos?
Lleva mucho tiempo, porque después hay que hablar con ustedes, los periodistas, por un par de horas. Y en la fiesta hay que seguir hablando. De verdad. Recién tres semanas después, uno logra la satisfacción de quedarse solo, para disfrutar la victoria.
¿Durante la gran noche, cuando ganó el Oscar, nunca tuvo un momento a solas para reflexionar lo que había logrado?
Las cámaras te siguen toda la noche. Incluso después de los periodistas, también están todos los que van a la ceremonia, siempre te rodea mucha gente, grandes celebridades. Y uno queda en medio. No soy de los que piensan que fue algo divertido, porque yo estaba aterrorizado todo el tiempo. Las otras veces que fui, resultó mucho más fácil, porque sabía que definitivamente no iba a ganar. Ahí fue cuando pude disfrutar un poco más la experiencia.
¿De verdad no se sufre cuando se pierde una nominación al Oscar?
Es lo menos que uno puede sufrir en la vida. Es el sufrimiento más leve del mundo. ¿Se entiende lo que quiero decir? Ya es suficiente con estar en el lugar.
En Broadway, Philip Seymour Hoffman también había sido nominado dos veces al premio Tony como mejor actor por las obras “True west” y “Long day’s journey into night”. Y gracias al teatro también conoció a su novia Mimi O’Donnell cuando en 1999 trabajaron juntos en la obra “In Arabia we’d all be kings”. Al día de hoy, todavía no se casaron, pero es casi lo mismo, porque también tuvieron dos hijas: Tallulah (cumple 4 años en noviembre) y Willa (cumple 2 este mes).
En un momento de la película “Jack goes boating” alguien le pregunta “¿Qué es lo que ve en una mujer?” ¿Podría responder la misma pregunta más allá de un guión?
Me gusta una mujer que no tenga miedo de que la toquen. ¿Sabes lo que te digo? Cuando estás hablando y no te sacan la mano o no se asustan si le tocas un hombro. ¿Sabes lo extraño que es cruzarse con mujeres así? Pero es bueno porque significa que te tienen confianza. Y por supuesto, las mujeres no actúan así con gente que no conocen y también tienen sus buenas razones (ríe). Pero si una mujer lo hace, con confianza, inmediatamente lo aprecio, es un buen gesto y para mí es una cualidad atractiva.
Sabiendo dirigir tan bien su vida en general, Philip Seymour Hoffman ya se había atrevido a dirigir diferentes obras de teatro y finalmente se convirtió en director de cine con la nueva película “Jack goes boating”, también basada en una obra de teatro. ¿La historia? Justamente trata sobre un maduro soltero que intenta conquistar a una mujer, prometiéndole cocinarle el plato preferido, además de invitarla a un paseo en barco aunque él no sabe nadar, ni cocinar. Y en medio de tantas clases de natación y cocina, a escondidas, la película muestra una humana relación con un estilo de cine que parecía haberse perdido en Hollywood.
¿Cómo fue que cruzó del otro lado de la cámara para convertirse en director de cine con la película “Jack goes boating”?
Fue muy extraño porque querían hacer esta película y la historia me pareció interesante. Yo no pensaba actuar, sólo pretendía producirla como algo privado, hasta que alguien sugirió que también fuera el director. Y como yo la había dirigido la misma historia en teatro, tenía sentido hacerlo como una extensión.
Para terminar: ¿qué consejo le daría a los lectores que sueñan con llegar a Hollywood, como usted?
Que lo hagan sólo si tienen una razón para hacerlo. ¿La gente quiere convertirse en actor porque les parece algo lindo y les gustan tantas fiestas y los flashes de las cámaras? ¿Saben por qué lo quieren hacer realmente? No es un trabajo fácil, no es un negocio fácil. No lo es. Es muy duro y sólo es para quienes tienen mucha tenacidad o un gran deseo de hacerlo. Si solamente quieren hacer cine, mejor que sean productores o directores. Pero si saben por qué quieren ser actores y tienen el deseo de serlo, entonces que lo hagan y descubran lo que es.