Teherán, Irán.
El abanderado internacional del pujante cine iraní, Abbas Kiarostami cumplió 75 años en medio de una inagotable actividad como cineasta, crítico y maestro de cinematografía, impulsado por una “curiosidad de niño pequeño” que marca toda su obra y por la que es admirado.
El polifacético artista (Teherán, 22 junio de 1940) sigue en plena forma tras más de 45 años envuelto en el mundo del cine, ya sea como director, guionista o productor, sin contar con sus otras vertientes de escritor, poeta y diseñador. Tarea dura en el difícil entorno cultural de la república islámica, en donde ha creado escuela y donde es seguido por toda una generación de jóvenes cineastas.
Imposible de localizar en su domicilio de Teherán, lugar que nunca abandonó pese a algunos problemas con los sectores más duros del régimen de los ayatolas, el director vive viajando de festival de cine en festival de cine y de curso en curso para enseñar los secretos de su filmografía.
Largometrajes como Close Up (1990) o A través de los olivos (1994) lo pusieron en boca de todo el mundo, pero fue El sabor de las cerezas, que ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes en 1997 la que lo consagró como una figura del cine mundial de primer orden.
Kiarostami fue capaz de crear e impulsar un lenguaje cinematográfico reconocible pese a que sus rodajes en Irán requerían aprobación gubernamental, una limitación que decidió romper definitivamente en 2010 al anunciar que no volvería a rodar en su tierra natal. Esa reacción se debió a la prohibición que sufrió en Irán Copia certificada, rodada en Italia en 2010 y que estuvo vedada en el país hasta el pasado marzo.
El abanderado internacional del pujante cine iraní, Abbas Kiarostami cumplió 75 años en medio de una inagotable actividad como cineasta, crítico y maestro de cinematografía, impulsado por una “curiosidad de niño pequeño” que marca toda su obra y por la que es admirado.
El polifacético artista (Teherán, 22 junio de 1940) sigue en plena forma tras más de 45 años envuelto en el mundo del cine, ya sea como director, guionista o productor, sin contar con sus otras vertientes de escritor, poeta y diseñador. Tarea dura en el difícil entorno cultural de la república islámica, en donde ha creado escuela y donde es seguido por toda una generación de jóvenes cineastas.
Imposible de localizar en su domicilio de Teherán, lugar que nunca abandonó pese a algunos problemas con los sectores más duros del régimen de los ayatolas, el director vive viajando de festival de cine en festival de cine y de curso en curso para enseñar los secretos de su filmografía.
Largometrajes como Close Up (1990) o A través de los olivos (1994) lo pusieron en boca de todo el mundo, pero fue El sabor de las cerezas, que ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes en 1997 la que lo consagró como una figura del cine mundial de primer orden.
Kiarostami fue capaz de crear e impulsar un lenguaje cinematográfico reconocible pese a que sus rodajes en Irán requerían aprobación gubernamental, una limitación que decidió romper definitivamente en 2010 al anunciar que no volvería a rodar en su tierra natal. Esa reacción se debió a la prohibición que sufrió en Irán Copia certificada, rodada en Italia en 2010 y que estuvo vedada en el país hasta el pasado marzo.
Kiarostami pertenece a la denominda nueva ola del cine iraní, que despegó en la década de 1960.
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