La selección japonesa, que dirige el brasileño Artur Antunes Coimbra “Zico”, pretende hacer vibrar a un país que hace sólo 13 años cuenta con una liga profesional de fútbol, pero que, con motivo del buen juego desplegado en el pasado Mundial, alberga esperanzas de lograr un buen papel en Alemania.
La pasión por el fútbol comienza a adquirir magnitudes desconocidas en un país en el que el béisbol y el sumo son aún considerados como reyes del deporte.
Detrás de este fenómeno se halla “Zico”, una leyenda del fútbol brasileño que tomó las riendas del equipo nipón tras la salida del francés Philippe Troussier, después del Mundial 2002, en el que, por primera vez en su historia, Japón superó la primera ronda.
El entrenador brasileño ha dotado al conjunto del sol naciente de una clara vocación ofensiva y emplea un atrevido sistema 3-4-2-1 en el que la defensa queda algo desguarnecida, convirtiéndose esta zona en el talón de aquiles del equipo.
Hidetoshi Nakata es el líder de Japón y su jugador más conocido dentro y fuera del país; tras jugar siete años en la Serie A italiana, ahora defiende los colores del Bolton inglés. Se trata de un centrocampista organizador, con bastante vocación ofensiva y buen disparo.
Nakamura
La otra estrella japonesa también milita en las islas británicas; Shunsuke Nakamura con el Celtic. Fue elegido el segundo mejor jugador de Asia de la pasada temporada, que acompaña a Nakata en la medular del equipo oriental, dando a esta parcela del terreno una calidad muy superior a la de cualquier otro equipo de su potencial.
Zico cuenta también con otros referentes en su juego, como su “paisano” Alessandro Santos, jugador de banda de origen brasileño, el medio Junichi Inamoto, del West Bromwich Albion o el delantero del Hamburgo Naohiro Takahara.
La comparecencia de Japón en Alemania será su tercera experiencia en un Mundial: en Francia 1998, Japón jugó tres partidos y perdió los tres contra Argentina, mientras que en 2002, jugando como anfitrión, alcanzó la eliminatoria de octavos tras coincidir en la primera fase con Bélgica, Túnez y Rusia.
La selección de Irán fue la única capaz de ganar un partido a los nipones durante la fase de clasificación, aunque fueron incapaces de arrebatarle el primer puesto del grupo. La supremacía japonesa fue incontestable, con once victorias en doce partidos, un total de 25 goles a favor y sólo 5 en contra.