San Pedro Sula, Honduras.
Los latinos se han abierto paso en el cine estadounidense y los hondureños no se quedan atrás. Es el caso de Bertha Bindewald, inmigrante que a sus 57 años cumplió un sueño de Hollywood.
En busca de completar el elenco de la película Black or white, la producción hizo audiciones para encontrar al personaje de Rosita en Nueva Orleans, ciudad donde radica Bindewald.
Ella decidió asistir por hobby y, para su sorpresa, el director Mike Binder encontró en la hondureña todas las características para el personaje, gracias a su personalidad y su acento latino, que no ha perdido a pesar de tener más de 22 años de vivir en Estados Unidos.
Grandioso. Aún con la falta de experiencia en cine, ya que Bindewald solo había realizado obras de teatro colegiales y escolares en Honduras, las grabaciones de su personaje se extendieron a siete semanas, en las que la actriz compartió directamente en escena con Kevin Costner. “Kevin es una persona superespecial y un actorazo. Fue una experiencia inolvidable. Aún no me creo que estoy en la pantalla grande”, dice Bindewald (ríe de emoción).
Para la actriz catracha era inimaginable estar al lado de actores de Hollywood como Costner, a quien miraba solamente en la pantalla, por lo cual expresó: “Ni en sueños. Costner era mi artista preferido, mi amor platónico. Yo tenía todas las películas de él”, confesó a LA PRENSA.
Bindewald cuenta que siempre se preguntaba qué iba a hacer si tenía frente de ella a Kevin; durante una fiesta, la situación ocurrió y la única expresión que salió de ella fue: “¡Qué guapo! (se ríe). Y, claro, lo besé en la mejilla.
Él tiene unos ojos azules... Nunca había visto unos ojos tan azules como los de Kevin”. Bindewald también tuvo el privilegio de compartir créditos con la oscarizada actriz Octavia Spencer, quien se asombró de su naturalidad frente a las cámaras.
“Octavia creía que yo ya había hecho películas. Cuando le dije que era la primera que hacía, se asustó y me dijo que lo estaba haciendo espectacular”.
Cambios
La hondureña experimentó un antes y un después: “Antes alquilaba un apartamento y después de la película compré mi casa. Antes caminaba por las calles y nadie me conocía. Ahora estoy trabajando y la gente me dice ‘hey, tú eres Rosita’, me piden autógrafos, me llaman para eventos como invitada especial y me han llamado para otras audiciones”, continúa. “Antes no estaba tan ocupada y me aburría. Ahora me falta tiempo”.
La trama de Black or white tiene un toque profundo sobre el racismo. Al consultarle a Bindewald sobre este tema y sus experiencias en EUA, opina: “El racismo siempre existe porque aún no hay personas que tengan la humildad de aceptar que el ser humano no debe distinguirse por color, raza ni riqueza”.
Ese tema motiva a la actriz a conservar su trabajo en servicio al cliente en una farmacia de Nueva Orleans. “Mi trabajo en atención al cliente no lo dejaría porque me gusta ayudar a la gente. En la farmacia ayudo a los latinos que no hablan inglés y soy la que los guía”.
'Estoy más orgullosa de mi misma, y sigo siendo la misma persona', expresa Bindewald.
Perfil. Bertha Bindewald está casada con el estadounidense Duhe Bindewald, tiene dos hijas, también hondureñas, Merilly Ruglas y Briggitte Ruglas.