14/11/2024
01:28 AM

Los hijos de Michael Jackson celebraban sus cumpleaños en solitario

El difunto rey del pop solía organizar lujosas fiestas de cumpleaños para sus hijos Prince, Paris y Blanket a las que nunca acudían otros niños

California.

Casi cinco años después de su muerte, las excéntricas medidas de seguridad de las que Michael Jackson rodeó siempre a sus hijos -Prince (17), Paris (16) y Blanket (12)- continúan acaparando titulares.

Lo último en conocerse han sido las lujosas fiestas de cumpleaños que el cantante solía organizar a los pequeños, en las que no faltaban payasos ni magos, pero a las que nunca acudían otros niños, ya que la naturaleza sobreprotectora del rey del pop hacía imposible que los pequeños se relacionasen con normalidad.

En un nuevo libro publicado por Bill Whitfield y Javon Beard -dos de los miembros del equipo de seguridad que protegió al cantante en sus dos últimos años de vida- se detalla el estilo de vida de los hijos de Michael, marcado por su aislamiento del resto del mundo. En su relato, los guardaespaldas explican cómo durante las escasas salidas familiares, la estrella solía solicitar que los cines y las tiendas de juguetes cerraran sus puertas para que él y los niños pudieran visitarlos con toda privacidad.

'Era lo único que esos niños conocían. Sabían cómo cubrirse en público, y referirse los unos a los otros con nombres en clave. En la casa no había internet, y sus hijos no podían ver la televisión normal, así que nunca fueron conscientes de cómo se retrataba a su padre en el mundo exterior', relata Beard en uno de los fragmentos publicados por el periódico Daily Mirror de su libro, titulado 'Remember the Time: Protecting Michael Jackson in His Final Days'.

Además de su preocupación por mantener a sus hijos en el anonimato, Whitfield y Beard revelan que Michael siempre viajaba con dos maletines de los que no se separaba en ningún momento, uno de los cuales transportaba dos Óscar ganados por la película 'Lo que el viento se llevó' -por los que pagó 1,5 millones de dólares (1 millón de euros)-, mientras que el otro contenía miles de dólares en metálico.

'Solía entrar en una tienda y comprar todo lo que había dentro. Cuando nos alojábamos en hoteles, compraba miles de libros. En una ocasión, llegó a comprar toda una librería', aseguran las páginas del libro.