México se enfrenta a la presión de esclarecer cuanto antes qué pasó con los 43 estudiantes desaparecidos luego de ser atacados y perseguidos por la policía y sicarios once días atrás.
Dos sobrevivientes narraron lo que definen como uno de los peores momentos de su vida: la masacre de Iguala. La tragedia que terminó con la vida de seis personas y la desaparición de sus compañeros de escuela.
El estudiante Uriel Alonso, recuerda que ese viernes 26 de septiembre tras terminar las clases, en la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, Uriel y su compañero Ángel Neri se reunieron con otro grupo de al menos 80 estudiantes. Hacía varios días que habían tomado dos autobuses en Chilpancingo, Guerrero.
Ese día, reunidos en la escuela, planeaban viajar a Iguala, para tomar más autobuses. “Los necesitábamos para hacer las prácticas que nos dejan por todo Guerrero”, explicó Uriel a UnivisionNoticias.com.
La Pesadilla
Los 80 estudiantes se subieron a uno de los autobuses que ya tenían, mientras que otro se quedó en la escuela. Así viajaron hasta Iguala, donde tomaron otros dos autobuses. Allí inició la pesadilla.
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“Iba cerca del chófer y por el espejo vimos cómo nos seguían varias patrullas. Eran unos cinco carros, unos 35 policías yo creo”, contó Uriel.
El miedo invadió a los estudiantes cuando escucharon disparos que iban dirigidos hacía ellos. En medio de la persecución, el conductor no se detuvo hasta que una patrulla los encerró, y tuvieron que detenerse.
Los estudiantes bajaron a toda prisa del autobús. Entre ellos se encontraban Ángel y Uriel. Corrieron cuando se dieron cuenta que apuntaban hacia el grupo y se escondieron entre los autobuses.
“En un inicio pensamos que podríamos hacer una negociación [con los policías] pero cuando vimos sus armas largas nos dimos cuenta que no iban a eso”, contó el estudiante mexicano.
De pronto, Uriel y Ángel invadidos por el terror alcanzaron a ver cómo los policías municipales se llevaban a unos 57 de sus compañeros.
“Creíamos que nos iban a matar a todos”, dijo Uriel.
Ángel, que desde su trinchera veía la misma escena pero unos pasos más adelante, quizo ayudar a los detenidos pero el miedo lo detuvo. Nuevos vehículos llegaron a la escena. Ésta vez no eran policías municipales. “eran camionetas y carros particulares. Hombres vestidos de negro y encapuchados”, recordó.
Sobre si sabe quiénes eran, Uriel prefiere guardar silencio.
En esos tiroteos murieron seis personas, incluidos tres estudiantes, y se reportó la desaparición de decenas de alumnos. Muchos de ellos fueron vistos por última vez en patrullas policiales.
Esposa de Alcalde habría ordenado masacre
El alcalde de Iguala, José Luis Abarca, y su jefe de seguridad, se encuentran prófugos. Se sospecha que podrían haber tenido algún tipo de participación en los hechos.
Un reporte de los servicios de inteligencia mexicanos, señala que además del alcalde, podría estar implicada su esposa, María de los Ángeles Pineda.
El reporte, citado por el diario El Universal, dice que la esposa del alcalde 'ordenó a su jefe de seguridad que le comunicara al director de Seguridad Pública municipal' repeler a los estudiantes, temiendo que interrumpieran un discurso que ella tenía previsto aquel 26 de septiembre.
El Universal señala que el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) acusa al alcalde, José Luis Abarca, y a su esposa de vínculos con el cártel de los Beltrán Leyva, de donde provienen los Guerreros Unidos.
'Desde hace tiempo se sabe que Abarca está casado con una hermana de narcotraficantes, ella misma (...) forma parte de ese cártel (de los Guerreros Unidos)', dijo la senadora izquierdista Dolores Padierna.
Las familias se resisten a creer que sus hijos estén muertos y acusan a la Policía local de su desaparición. 'Queremos que nos los devuelvan, nos estamos muriendo', confesó uno de los padres.