Estados Unidos
Tener sobrepeso o ser obesa durante el embarazo podría significar unos recién nacidos con un peso más alto, sugiere un estudio reciente.
Hace mucho que los investigadores saben que las madres embarazas con más peso tienden a tener bebés más grandes. Pero no estaba claro que el peso adicional en sí fuera el motivo.
El nuevo estudio, publicado en la edición del 15 de marzo de la revista Journal of the American Medical Association, profundizó en la genética del asunto.
Los investigadores utilizaron información genética de más de 30,000 mujeres, y hallaron que las que portaban más variantes genéticas relacionadas con la obesidad tendían a dar a luz a bebés más grandes.
Sucedió lo mismo cuando los investigadores tomaron en cuenta la vulnerabilidad genética de la madre a tener azúcar alto en sangre, un precursor de la diabetes tipo 2. Por otro lado, las mujeres con muchas variantes genéticas vinculadas con la hipertensión tendieron a tener hijos más pequeños.
Los hallazgos ofrecen unas evidencias firmes de que un mayor peso y un azúcar en sangre más alto en las madres provocan directamente un peso más alto al nacer, según Rachel Freathy, una de las investigadoras del estudio, y becaria de la Facultad de Medicina de la Universidad de Exeter, en Reino Unido.
'La asociación genética es una evidencia más firme de causalidad que solo medir el índice de masa corporal, la glucosa [azúcar en sangre] o la presión arterial', explicó Freathy.
Eso se debe a que el peso de una mujer se ve influido por la educación, la dieta, el tabaquismo y otros factores del estilo de vida, dijo Freathy, y esos factores también afectan al peso al nacer de su bebé.
'Pero una ’puntuación’ genética de la presión arterial, [la obesidad] o la glucosa no se ve influida por esos factores de estilo de vida', aclaró.
Los hallazgos se basan en datos genéticos de mujeres que participaron en 18 estudios llevados a cabo en Europa, Norteamérica y Australia.
El equipo de Freathy asignó a cada mujer unas 'puntuaciones genéticas' de obesidad [antes del embarazo], azúcar en sangre, presión arterial, y niveles de colesterol y triglicéridos. Por ejemplo, una mujer que portara muchos genes relacionados con la obesidad tendría una puntuación genética más alta para ese rasgo.
En general, halló el estudio, el peso de los bebés aumentó junto con las puntuaciones genéticas de la madre de obesidad y azúcar en sangre.
Por ejemplo, cada desviación estándar en la puntuación de la obesidad, correspondiente a un aumento .de unos 4 puntos en el índice de masa corporal (IMC) de una mujer, se relacionaba con 2 onzas (casi 57 gramos) adicionales en el peso del bebé al nacer, según el estudio.
El índice de masa corporal es un estimado aproximado de la grasa de una persona en función de su estatura y su peso. Un IMC de 18.5 a 24.9 se considera como un peso normal, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
Los investigadores también encontraron que cada aumento de 10 puntos en la presión arterial sistólica de una mujer significaba una reducción de 7 onzas (198 gramos) en el peso de su bebé al nacer. La sistólica es el primer número en una lectura de la presión sanguínea.
Tiene sentido que unas puntuaciones más altas de presión arterial se relacionen con un peso más bajo al nacer, comentó la Dra. Jennifer Wu, obstetra del Hospital Lenox Hill, en la ciudad de Nueva York.
Esto se debe a que la hipertensión parece restringir el crecimiento fetal, explicó Wu. Wu no participó en la investigación actual.
Wu se mostró de acuerdo en que las asociaciones genéticas en este estudio fortalecen el argumento de que el peso, el azúcar en sangre y la presión arterial de una mujer embarazada afectan directamente al peso de su bebé recién nacido.
Los hallazgos también respaldan las cosas que ya se recomiendan para un embarazo sano, enfatizó Wu.
'Es muy importante que las mujeres lleguen al embarazo con un peso saludable', dijo. Las mujeres que son obesas, o que muestren aumentos marcados en la presión arterial o el azúcar en sangre durante el embarazo, probablemente necesiten una monitorización adicional, añadió Wu.
'Queremos bebés con un peso saludable, ni muy grandes ni muy pequeños', planteó Freathy.
Los investigadores dijeron que planifican abordar la siguiente gran pregunta: ¿los efectos del peso, la presión sanguínea y la presión arterial de la madre sobre el peso de los recién nacidos se traducen al final en efectos de salud más adelante en la vida?
Por ahora, Freathy se mostró de acuerdo en que los hallazgos subrayan la importancia de mantener un peso saludable a través de la dieta y el ejercicio, antes de y durante el embarazo.
También enfatizó que las mujeres embarazadas deben recibir una atención prenatal regular, que incluye exámenes rutinarios de la presión arterial y del azúcar en sangre.
Tener sobrepeso o ser obesa durante el embarazo podría significar unos recién nacidos con un peso más alto, sugiere un estudio reciente.
Hace mucho que los investigadores saben que las madres embarazas con más peso tienden a tener bebés más grandes. Pero no estaba claro que el peso adicional en sí fuera el motivo.
El nuevo estudio, publicado en la edición del 15 de marzo de la revista Journal of the American Medical Association, profundizó en la genética del asunto.
Los investigadores utilizaron información genética de más de 30,000 mujeres, y hallaron que las que portaban más variantes genéticas relacionadas con la obesidad tendían a dar a luz a bebés más grandes.
Sucedió lo mismo cuando los investigadores tomaron en cuenta la vulnerabilidad genética de la madre a tener azúcar alto en sangre, un precursor de la diabetes tipo 2. Por otro lado, las mujeres con muchas variantes genéticas vinculadas con la hipertensión tendieron a tener hijos más pequeños.
Los hallazgos ofrecen unas evidencias firmes de que un mayor peso y un azúcar en sangre más alto en las madres provocan directamente un peso más alto al nacer, según Rachel Freathy, una de las investigadoras del estudio, y becaria de la Facultad de Medicina de la Universidad de Exeter, en Reino Unido.
'La asociación genética es una evidencia más firme de causalidad que solo medir el índice de masa corporal, la glucosa [azúcar en sangre] o la presión arterial', explicó Freathy.
Eso se debe a que el peso de una mujer se ve influido por la educación, la dieta, el tabaquismo y otros factores del estilo de vida, dijo Freathy, y esos factores también afectan al peso al nacer de su bebé.
'Pero una ’puntuación’ genética de la presión arterial, [la obesidad] o la glucosa no se ve influida por esos factores de estilo de vida', aclaró.
Los hallazgos se basan en datos genéticos de mujeres que participaron en 18 estudios llevados a cabo en Europa, Norteamérica y Australia.
El equipo de Freathy asignó a cada mujer unas 'puntuaciones genéticas' de obesidad [antes del embarazo], azúcar en sangre, presión arterial, y niveles de colesterol y triglicéridos. Por ejemplo, una mujer que portara muchos genes relacionados con la obesidad tendría una puntuación genética más alta para ese rasgo.
En general, halló el estudio, el peso de los bebés aumentó junto con las puntuaciones genéticas de la madre de obesidad y azúcar en sangre.
Por ejemplo, cada desviación estándar en la puntuación de la obesidad, correspondiente a un aumento .de unos 4 puntos en el índice de masa corporal (IMC) de una mujer, se relacionaba con 2 onzas (casi 57 gramos) adicionales en el peso del bebé al nacer, según el estudio.
El índice de masa corporal es un estimado aproximado de la grasa de una persona en función de su estatura y su peso. Un IMC de 18.5 a 24.9 se considera como un peso normal, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU.
Los investigadores también encontraron que cada aumento de 10 puntos en la presión arterial sistólica de una mujer significaba una reducción de 7 onzas (198 gramos) en el peso de su bebé al nacer. La sistólica es el primer número en una lectura de la presión sanguínea.
Tiene sentido que unas puntuaciones más altas de presión arterial se relacionen con un peso más bajo al nacer, comentó la Dra. Jennifer Wu, obstetra del Hospital Lenox Hill, en la ciudad de Nueva York.
Esto se debe a que la hipertensión parece restringir el crecimiento fetal, explicó Wu. Wu no participó en la investigación actual.
Wu se mostró de acuerdo en que las asociaciones genéticas en este estudio fortalecen el argumento de que el peso, el azúcar en sangre y la presión arterial de una mujer embarazada afectan directamente al peso de su bebé recién nacido.
Los hallazgos también respaldan las cosas que ya se recomiendan para un embarazo sano, enfatizó Wu.
'Es muy importante que las mujeres lleguen al embarazo con un peso saludable', dijo. Las mujeres que son obesas, o que muestren aumentos marcados en la presión arterial o el azúcar en sangre durante el embarazo, probablemente necesiten una monitorización adicional, añadió Wu.
'Queremos bebés con un peso saludable, ni muy grandes ni muy pequeños', planteó Freathy.
Los investigadores dijeron que planifican abordar la siguiente gran pregunta: ¿los efectos del peso, la presión sanguínea y la presión arterial de la madre sobre el peso de los recién nacidos se traducen al final en efectos de salud más adelante en la vida?
Por ahora, Freathy se mostró de acuerdo en que los hallazgos subrayan la importancia de mantener un peso saludable a través de la dieta y el ejercicio, antes de y durante el embarazo.
También enfatizó que las mujeres embarazadas deben recibir una atención prenatal regular, que incluye exámenes rutinarios de la presión arterial y del azúcar en sangre.