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'Se fue salvando vidas”: madre de la paramédica

  • 10 marzo 2016 /

Tegucigalpa, Honduras.

Ella era una mano amiga que vivía para servir, para dar auxilio, para dar ayuda. Esa era su gran pasión y la cumplió hasta el último segundo de su vida.

Los restos mortales de Rosa Elena Díaz Mazariegos, una de las cinco víctimas del fatal accidente ocurrido en Amarateca, fueron sepultados ayer en medio del pesar y la consternación de sus familiares.

“El gran perdón que tiene es que se fue salvando vidas”, comentó doña Erlinda Mazariegos, madre de la paramédica.

Los restos fueron sepultados la tarde de ayer en el cementerio Tierra Santa, al oriente de la colonia La Travesía, por familiares y vecinos de la colonia La Era, quienes le dieron el último adiós.

En la comunidad de Zambrano, al oeste del Distrito Central, fue sepultado el agente de la Dirección Nacional de Tránsito (DNT) Adán Alexis Cerrato Murillo, en presencia de familiares, compañeros policías y residentes de la comunidad.

Díaz Mazariegos y Cerrato Murillo murieron la mañana del martes en el kilómetro 25 de la carretera que conduce al norte cuando atendían a heridos de una colisión de dos vehículos y donde fueron arrollados por un autobús.

También se convirtió en víctima mortal el maestro Gustavo Maradiaga Varela, quien también se bajó a auxiliar a los dos protagonistas del choque: Gustavo Adolfo Espinal (37) y el estadounidense Freddy Antonio Miranda, quienes también perdieron la vida.

El cuerpo de Maradiaga Varela fue trasladado a la Villa de San Antonio, Comayagua; mientras que el de Espinal a Danlí, El Paraíso, donde fueron sepultados.

El cadáver de Miranda seguía ayer en la morgue de Medicina Forense en espera de los familiares que residen en Iowa, Estados Unidos, según se constató.

Último adiós

En un ambiente de llanto y consternación fueron sepultados los restos de la socorrista Díaz Mazariegos, dejando en la orfandad a sus dos hijos, una niña de 12 años y un varón de 7.

En el hogar de sus progenitores quedan los recuerdos de una mujer jovial con su familia y servidora incondicional a sus semejantes.

Rosa Elena era la número 11 de 13 hermanos, muy dedicada a sus hijos y familia, según dijo una de sus hermanas. “Ella era fanática en andar haciendo el bien”, expresó la doliente, quien agregó que Rosa Elena inició su labor de socorrista desde la edad de 20 años.

Foto: La Prensa

Con todos los honores fue sepultado el policía Adán Cerrato Murillo en el cementerio local de Zambrano.