San Pedro Sula, Honduras.
Alcaldes asesinados, otros presos y uno prófugo es el panorama que se ciñe sobre varios gobiernos edilicios que han sido sacudidos en las últimos tres años por la delincuencia común y organizada en el país.
Las agencias de inteligencia del Estado han puesto sus ojos en varias municipalidades, porque son regiones en las que siempre fue un secreto a voces la colusión de algunos alcaldes con los señores del narco.
“La penetración de la criminalidad organizada se expandió a varias regiones, desde Olancho, el litoral
atlántico y el occidente, donde se afincaron las operaciones del narcotráfico, algunos han sido víctimas por no prestarse a las actividades ilícitas y otros por su colusión” dijo el investigador.
Las cinco muertes contra dos alcaldes de Ocotepeque, uno de Colón, Francisco Morazán y Copán, siguen impunes, esperando que los entes investigadores esclarezcan los motivos y autores intelectuales y materiales.
Alcaldes asesinados, otros presos y uno prófugo es el panorama que se ciñe sobre varios gobiernos edilicios que han sido sacudidos en las últimos tres años por la delincuencia común y organizada en el país.
Las agencias de inteligencia del Estado han puesto sus ojos en varias municipalidades, porque son regiones en las que siempre fue un secreto a voces la colusión de algunos alcaldes con los señores del narco.
“La penetración de la criminalidad organizada se expandió a varias regiones, desde Olancho, el litoral
atlántico y el occidente, donde se afincaron las operaciones del narcotráfico, algunos han sido víctimas por no prestarse a las actividades ilícitas y otros por su colusión” dijo el investigador.
Las cinco muertes contra dos alcaldes de Ocotepeque, uno de Colón, Francisco Morazán y Copán, siguen impunes, esperando que los entes investigadores esclarezcan los motivos y autores intelectuales y materiales.
Blanco de la delincuencia
Nery Cerrato, presidente de la Asociación de Municipios de Honduras (Amhon), ve con preocupación el panorama de seguridad para los alcaldes porque se han convertido en el foco de la criminalidad. “Los alcaldes nos hemos convertido en el blanco de la delincuencia que no discrimina raza ni credo ni religión. Hacemos un llamado a los operadores de justicia para que en el menor tiempo posible determinen los motivos en las muertes de Santiago Mejía, alcalde de Dolores, Copán, y la de Rolando García Flores, alcalde de La Libertad, Francisco Morazán”, dijo.
Pero la oleada contra alcaldes se traslada también a las cárceles, adonde cuatro de ellos guardan prisión. Arnaldo Urbina, alcalde de Yoro, fue detenido en julio de 2014 por lavado de activos. El alcalde de Juticalpa, Olancho, es acusado por almacenamiento ilegal de armas comerciales, municiones y uso de documentos públicos falsos. Francisco Martínez Domínguez, alcalde de San Isidro, en Intibucá, espera un juicio tras se acusado del asesinato del novio de una de sus hijas, y José Adalid González, alcalde de Sulaco, Yoro, es acusado de liderar una banda que estaría vinculada en el asesinato de varias personas.
Prófugo de la justicia se encuentra el alcalde de Jocón, Yoro, Santos Gabriel Elvir Arteaga, quien lideraría una banda de sicarios. Tantos casos que involucran corrupción, narcotráfico y violencia, la población se pregunta: ¿Quién será el próximo?
