El Progreso, Honduras.
Sus juguetes quedaron guardados, su risa y gracia ya no alegra a sus padres y vecinos de la cuartería donde vivía, el pequeño Brayan Francisco Velásquez (5) es una víctima inocente de la violencia en Honduras.
Las balas de un sicario acabaron con su sueño de iniciar la preparatoria el próximo año en el kínder de su colonia, tal como se lo decía a su madre.
También apagaron la alegría de sus familiares por el arribo a sus cinco años de edad ese día.
Eran las 11:00 am del lunes cuando Juan Carlos Pineda Martínez (41), padrastro de Brayan, y su madre María Escobar decidieron a bordo de una motocicleta trasladarse al penal de esta ciudad con el fin de ir a dejarle almuerzo a una hermana de María.
“Ya estábamos en la moto y nos aprestábamos a iniciar la marcha cuando un hombre se nos paró enfrente y sacó una pistola. Pensé que era una broma, pero en segundos disparó contra Juan”, recordó entre desgarradores lamentos la progenitora.
El hecho se registró en la colonia Roberto Suazo Córdoba de El Progreso.
El pequeño iba en la parte de adelante y ella atrás. Dos de los disparos alcanzaron al niño. Los tres se fueron al suelo. Ella se levantó junto con su hijo. Luego, el desconocido remató a su compañero.
La mujer al ver a su vástago herido lo tomó en brazos y corrió en busca de un taxi. En el trayecto al hospital, el infante iba consciente y en varias ocasiones le pidió al conductor de la unidad que se apurara.
Al llegar al centro asistencial, los médicos y enfermeras le prestaron la atención debida.
Después de varios minutos de lucha para salvarle la vida, el pequeño corazón de Brayan no resistió y fue fulminado por un infarto. Sus ojos color miel se cerraron para siempre.
Los restos del pequeño fueron velados en el cuarto del fondo de una cuartería, en donde jugó y compartió momentos agradables de su vida; su padrastro, en el barrio El Barro por su excompañera de hogar Karla Cruz, con la cual deja cinco hijos, todos menores.
En medio del llanto y remordimiento, su madre recordó que su hijo muy inteligente “antes de fallecer les dijo a los médicos que lo ayudaran y que no lo dejaran morir. No se pudo evitar”, manifestó.
La Policía Nacional capturó a Franklin Antonio Bonilla Antúnez (18) por suponerlo responsable del doble crimen.
Ayer mismo fue presentado a los tribunales de justicia.
Sus juguetes quedaron guardados, su risa y gracia ya no alegra a sus padres y vecinos de la cuartería donde vivía, el pequeño Brayan Francisco Velásquez (5) es una víctima inocente de la violencia en Honduras.
Las balas de un sicario acabaron con su sueño de iniciar la preparatoria el próximo año en el kínder de su colonia, tal como se lo decía a su madre.
También apagaron la alegría de sus familiares por el arribo a sus cinco años de edad ese día.
Eran las 11:00 am del lunes cuando Juan Carlos Pineda Martínez (41), padrastro de Brayan, y su madre María Escobar decidieron a bordo de una motocicleta trasladarse al penal de esta ciudad con el fin de ir a dejarle almuerzo a una hermana de María.
“Ya estábamos en la moto y nos aprestábamos a iniciar la marcha cuando un hombre se nos paró enfrente y sacó una pistola. Pensé que era una broma, pero en segundos disparó contra Juan”, recordó entre desgarradores lamentos la progenitora.
El hecho se registró en la colonia Roberto Suazo Córdoba de El Progreso.
El pequeño iba en la parte de adelante y ella atrás. Dos de los disparos alcanzaron al niño. Los tres se fueron al suelo. Ella se levantó junto con su hijo. Luego, el desconocido remató a su compañero.
Los restos del infante fueron velados por su madre en una cuartería de la colonia Roberto Suazo Córdoba de El Progreso, donde vivía.
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Al llegar al centro asistencial, los médicos y enfermeras le prestaron la atención debida.
Después de varios minutos de lucha para salvarle la vida, el pequeño corazón de Brayan no resistió y fue fulminado por un infarto. Sus ojos color miel se cerraron para siempre.
Los restos del pequeño fueron velados en el cuarto del fondo de una cuartería, en donde jugó y compartió momentos agradables de su vida; su padrastro, en el barrio El Barro por su excompañera de hogar Karla Cruz, con la cual deja cinco hijos, todos menores.
En medio del llanto y remordimiento, su madre recordó que su hijo muy inteligente “antes de fallecer les dijo a los médicos que lo ayudaran y que no lo dejaran morir. No se pudo evitar”, manifestó.
La Policía Nacional capturó a Franklin Antonio Bonilla Antúnez (18) por suponerlo responsable del doble crimen.
Ayer mismo fue presentado a los tribunales de justicia.