Tres conductores de buses de la capital perdieron la vida a manos de presuntos sicarios en las últimas 24 horas en distintos puntos de la capital y aparentemente en represalia por atrasos en el pago de extorsiones.
La primera víctima de la sangrienta jornada fue Roger Lozano (33), un taxista que trabajaba en la ruta de buses ejecutivos Nueva Capital-Mercado.
Lozano fue interceptado el viernes cerca de las 4:00 pm por criminales en el mercado de la colonia Nueva Capital, por lo que salió corriendo y en su huida sus victimarios alcanzaron a inferirle varios balazos.
El conductor, herido mortalmente, buscó refugio en la Quinta Estación de Bomberos de ese sector, en donde expiró.
Segunda víctima. Ayer, a las 7:00 am fue encontrado el cuerpo de otro chofer envuelto en una colcha y sin camisa, a inmediaciones de la Fuerza Aérea de Honduras (FAH).
El ahora occiso respondía al nombre de Jonathan Alejandro Aceituno (33 ), que trabajaba en los buses “amarillos” de la ruta Alemán-La Isla.
Presentaba el rostro desfigurado, quizá producto de la tortura a la que habría sido sometido.
Un familiar de Aceituno dijo que este salió de su casa en la colonia Alemán a las 9:00 am del viernes y que antes de partir pidió una bolsa para llevar una camisa y un pantalón y luego salió con rumbo desconocido.
Aceituno fue visto a las 11:00 am en un centro comercial y luego se le avistó, cerca de las 6:00 pm en un bus de la ruta en la que él trabajaba antes de que su cuerpo apareciera tirado cerca de la FAH.
Tercera víctima. La jornada terminó con la muerte de Luis Alonzo Medrano (32), chofer de un bus ejecutivo de la ruta Quezada-Centro, este recibió un balazo en la cabeza de una persona que se hizo pasar por pasajero.
Testigos del crimen relataron que cuando el bus, placa AAL- 8525, pasaba por el anillo periférico, en la colonia Israel Norte, en el cruce que conduce a la colonia Quezada, de entre los pasajeros se levantó una persona para dispararle en la frente al conductor.
La víctima, conocida como el “Zurdo”, originario de Valle, quedó en su asiento, inclinado hacia su derecha y parte de su mano izquierda asomando por la ventanilla del autobús.
A la escena del crimen llegaron familiares y amigos de Medrano, quienes rompieron en llanto al ver su cuerpo inerte dentro de la cabina del automotor.
Compañeros de trabajo del infortunado manifestaron que la muerte de Medrano pudo originarse por el reclamo de bandas criminales que exigen el “impuesto de guerra”, situación que aqueja a los transportistas.