El ambiente volvió a la normalidad un día después de la tragedia acontecida en la Feria del Agricultor y el Artesano.
Las ventas parecían normales, pero en el pensamiento de muchos vendedores, entre estos Emilio Zepeda, las imágenes del incendio, al parecer provocado por la explosión de un cilindro de gas LPG, no se apartaban de su mente.
“Para los que tienen dudas de la existencia del infierno pueden ir eliminando la idea, porque de verdad se ha vivido. En mi mente han quedado grabados los gritos de desesperación de la gente que corría despavorida y las grandes llamaradas”, expresó Zepeda.
Algo curioso encontrado en el lugar de los hechos es el libro “De la oscuridad a las brasas”, del escritor hondureño Galel Cárdenas. “Paradójicamente me encontré con este libro, encima de uno de los equipos quemados en el puesto que era de Azucena Ramírez, que es una de las afectadas”, comentó Luis Cruz, encargado del área de cocinas.
Bajo la galera donde se ubican los puestos de comida, las ventas eran normales, la clientela llegó para degustar de los platillos típicos, nacatamales, pupusas; mientras que el espacio adonde ocurrió el incendio se encontraba limpio y acordonado.
Antes del informe preliminar, miembros de la Oficina de Investigación y Prevención del Cuerpo de Bomberos se hicieron presentes para hacer inspecciones y dar instrucciones a los vendedores sobre el mantenimiento de los cilindros de gas.
Ingrid López fue una de las primeras vendedoras en acatar las instrucciones de los bomberos, al colocar sobre el chimbo de su estufa un mantel húmedo para evitar el escape del gas en caso de fugas. Respecto a las pérdidas, el presidente de la Asociación de Vendedores de la Feria del Agricultor, Julián Banegas, informó que superan el millón de lempiras y que son 17 los socios que resultaron afectados. Al lugar también llegaron representantes de la empresa de Loterías Electrónicas de Honduras (Loto), para prometer ayuda de mobiliario y mejoramiento del área.