Redacción. Que una persona sea infiel no quiere decir que sea desleal. Por lo menos así lo considera la sexóloga Flavia Dos Santos en su libro Poliamor, más allá de la infidelidad, editado por Villegas Editores.
'La infidelidad, mirada como una interrupción de la exclusividad sexual, no necesariamente implica un rompimiento de los vínculos más fuertes entre una pareja: el amor y la lealtad', argumenta la sexóloga brasileña. Para ella, la infidelidad sexual es producida en los sentidos y motivada por un impulso natural del ser humano del deseo sexual hacia otras personas que no son su pareja.
El malentendido está, según la sexóloga, en asumir la fidelidad como exclusividad sexual. Para ella hay más deslealtad en muchos hombres y mujeres que no tienen sexo con otras personas, los supuestamente 'fieles' o monógamos, pero que no soportan ni respetan a sus parejas, las critican, nunca comparten con ellas y hasta las anulan.
La lealtad, dice, radica en el amor, la admiración y el respeto por el otro, y no entendido sólo bajo el concepto de 'propiedad privada'. Lealtad es conservar una conexión y el deseo de compartir sueños en pareja, además de una comunicación verdadera y respetuosa.
Que no es ventilarse las mutuas infidelidades, pero tampoco exigir monogamia eterna. Otra consigna del 'poliamor' es que 'no somos monógamos por naturaleza'. Principio antropológico que trae a colación Flavia y que se consigna en el libro.
En el principio era el sexo, de Christopher Bryan y Cacilda Jethá. Deseo y amor 'En hombres y mujeres se da el deseo separado del amor. El cuerpo se siente excitado por personas distintas a su pareja, les pasa igual a hombres y mujeres, 'pero a ellas les han enseñado a reprimir el deseo, si no fuera así no habrían existido los cinturones de castidad, ni la práctica de la ablación del clítoris en las sociedades', dice Flavia.
Precisamente el gusto actual por la pornografía o las dificultades que se experimentan en la monogamia sexual de largo plazo son 'el resultado de haber suprimido un instinto natural y de haber adoptado el modelo de relación monógama con exclusividad sexual', dice la sexóloga. Aunque tanto ellos como ellas se ven tentados por la infidelidad, ambos le temen.
La mujer teme que si él tiene a otras, perderá acceso a la seguridad material que él le brinda. A él le asusta que otro tenga sexo con su mujer y, en algún caso, terminar manteniendo hijos que no son suyos.
'La infidelidad, mirada como una interrupción de la exclusividad sexual, no necesariamente implica un rompimiento de los vínculos más fuertes entre una pareja: el amor y la lealtad', argumenta la sexóloga brasileña. Para ella, la infidelidad sexual es producida en los sentidos y motivada por un impulso natural del ser humano del deseo sexual hacia otras personas que no son su pareja.
El malentendido está, según la sexóloga, en asumir la fidelidad como exclusividad sexual. Para ella hay más deslealtad en muchos hombres y mujeres que no tienen sexo con otras personas, los supuestamente 'fieles' o monógamos, pero que no soportan ni respetan a sus parejas, las critican, nunca comparten con ellas y hasta las anulan.
La lealtad, dice, radica en el amor, la admiración y el respeto por el otro, y no entendido sólo bajo el concepto de 'propiedad privada'. Lealtad es conservar una conexión y el deseo de compartir sueños en pareja, además de una comunicación verdadera y respetuosa.
Que no es ventilarse las mutuas infidelidades, pero tampoco exigir monogamia eterna. Otra consigna del 'poliamor' es que 'no somos monógamos por naturaleza'. Principio antropológico que trae a colación Flavia y que se consigna en el libro.
En el principio era el sexo, de Christopher Bryan y Cacilda Jethá. Deseo y amor 'En hombres y mujeres se da el deseo separado del amor. El cuerpo se siente excitado por personas distintas a su pareja, les pasa igual a hombres y mujeres, 'pero a ellas les han enseñado a reprimir el deseo, si no fuera así no habrían existido los cinturones de castidad, ni la práctica de la ablación del clítoris en las sociedades', dice Flavia.
Precisamente el gusto actual por la pornografía o las dificultades que se experimentan en la monogamia sexual de largo plazo son 'el resultado de haber suprimido un instinto natural y de haber adoptado el modelo de relación monógama con exclusividad sexual', dice la sexóloga. Aunque tanto ellos como ellas se ven tentados por la infidelidad, ambos le temen.
La mujer teme que si él tiene a otras, perderá acceso a la seguridad material que él le brinda. A él le asusta que otro tenga sexo con su mujer y, en algún caso, terminar manteniendo hijos que no son suyos.