Centavo más, centavos menos, es el reflejo del deterioro moral de quienes echan a un lado responsabilidades, no responden ni se les hace responder por las pérdidas y “si te he visto no me acuerdo”. Ejemplos hay a montones porque se juegan intereses y el sí de ayer, centro de esperanzas, se esfuma en el largo y doloroso camino del olvido. Casi poético como aquel sueño de redención para centenares de reclusos que inició con la gran tragedia en el penal de San Pedro Sula.
Bastó la llegada de un organismo oficial, de esos que la rimbombante identificación deslumbra, pero ensombrece y hasta elimina lo conseguido como ocurrió hace ya cinco años con el proyecto de granja penal de la Fundación Proconstrucción del Centro Penal.
El clamor de los sampedranos tuvo respuesta eficaz en un grupo de personas al frente del cual se hallaba el entonces obispo auxiliar de la ciudad, monseñor Rómulo Emiliani, que al tiempo que sacaba “las castañas del fuego” en situaciones graves originadas con las maras, inició el nuevo presidio para terminar con el hacinamiento y desarrollar una eficaz labor de rehabilitación.
El Instituto Nacional Penitenciario (INP) recibió recursos para seguir los trabajos de construcción de la Granja Penal de Naco, como era conocido el Centro Penal de la Acequia, o al menos evitar el deterioro del inmueble hasta que soplaren mejores vientos, pero nada de nada.
Ni en el organismo penitenciario ni en la Secretaría de Finanzas responden por el destino de los recursos aprobados para la obra en la partida de 528 millones para el INP.
El reportaje de LA PRENSA del lunes es sumamente informativo.
Paso a paso se sigue el camino desde la integración de la fundación hasta el montarral en los patios, el óxido en las estructuras de hierro y el riesgo, bien fundado, de que vayan desapareciendo materiales.
En el sector oficial nadie dice ni media palabra, aunque siguen los conflictos, enfrentamientos y muertes, en los nuevos reclusorios.
¿Qué pasó? Nadie dice nada, aunque sí se sabe y desde tierras lejanas monseñor Emiliani lo ha explicado, pero el prelado, muy prudente a lo largo de su fructífera vida pastoral, sigue la ruta de hablar lo necesario y hacer hasta lo imposible, recordando las múltiples dificultades y los graves peligros enfrentados por su labor humanitaria hacia los presos.
Doscientos millones perdidos y otros en cauce no identificado. Año electoral, mejor no despertar “fantasmas”.
Lo de Naco se convirtió en Acequia y que ahí quede. Asunto oficial