08/05/2024
05:47 AM

Guerra y paz

    Dos vocablos contentivos de múltiples conceptos, provocados por unos seres humanos contra otros, naciones enfrentadas entre sí por afán de dominio, imposición, conquista. Vencedores y vencidos, conquistadores y conquistados, victoriosos y derrotados. Igualmente, evocan la conclusión que la fuerza bruta no debe constituir, jamás, el medio para adquirir y/o ampliar territorios ajenos, tampoco para justificar el exterminio de un grupo étnico por otro bajo la falacia de superioridad e inferioridad racial. Tales conceptos vienen a la mente con ocasión de la guerra que hace meses, de masivos y diarios bombardeos, padece la población palestina por parte de las fuerzas armadas israelitas, sin visos de que está finalizando, en represalia por el ataque sorpresivo, repudiable, de la organización Hamas contra asentamientos hebreos fronterizos con la franja de Gaza.

    Hasta ahora, más de 14,000 niñas y niños palestinos han perecido, además de otros miles de adultos no combatientes, en tanto los hospitales están destruidos totalmente. El chef español, nacionalizado estadounidense, fundador de World Central Kitchen, José Ramón Andrés, ha enviado toneladas de alimentos a distintos países padeciendo de hambrunas colectivas provocadas por guerras y/o desastres naturales. Su motivación fundamental está resumida en su idea que “la alimentación constituye un derecho humano universal”, que no debe ser utilizado con fines bélicos como arma de sometimiento. En tan noble misión ha sido acompañado por voluntarios solidarios con los sufrimientos de los pueblos. Este mes, siete de ellos, de diversas nacionalidades, perecieron por el ejército israelita, a pesar de haberse identificados ellos y sus medios de transporte como neutrales, previamente coordinando su presencia con autoridades castrenses israelitas.

    La labor altruista y la proyección de José Ramón Andrés y su organización lo hacen candidato ideal para el otorgamiento este año del Premio Nobel de la Paz, en reconocimiento a los años, esfuerzos, riesgos asumidos durante décadas de voluntariado. Igual reconocimiento merecen Médicos sin Fronteras, que arriesgan sus vidas en la noble misión de aportar alivio a quienes sufren en cualquier punto del planeta, sin consideraciones políticas ni ideológicas. La vocación de servicio de una y otra merecen público y permanente reconocimiento.

    Que la paz y la reconciliación mutua eventualmente lleguen al conflictivo Medio Oriente y a cualquier otro punto del planeta en que la guerra genera muertes, desolación, destrucción, hambrunas. Guerra a la guerra. La paz no debe ser impuesta unilateralmente por la fuerza, la “Paz de Varsovia”, ocurrida durante los repartos de Polonia por sus vecinos en épocas diversas. Debe ser negociada por las partes enfrentadas; solo así será justa y duradera. Caso contrario, tarde o temprano, resurgirá la violencia con más fuerza que antes.