07/05/2024
08:28 AM

El español y el libro

    El mundo hispánico, de ambos lados del Atlántico, celebra hoy otro aniversario del día consagrado a la lengua común que vincula a los pueblos de ambas márgenes del “mar océano”, sin olvidar que tanto en España como en la América española se hablan muchas otras lenguas por parte de grupos étnicos aborígenes, si bien las mismas deben ser protegidas a fin de evitar su eventual extinción, tal como ya ocurrió con el lenca.

    Durante la etapa de la conquista y colonización del subcontinente americano, fueron los misioneros católicos los que se encargaron, simultáneamente, de destruir aspectos culturales indígenas y de poner por escrito, en gramáticas, tales idiomas autóctonos, en labor paralela destructiva y constructiva.

    El español presenta una variedad de acentos, modismos, giros idiomáticos específicos de cada nación, que enriquecen su enorme diversidad dentro de la unidad estructural esencial.

    Lingüistas nacionales y extranjeros han realizado aportes significativos que merecen ser reconocidos, además de literatos de nota que, con sus obras, han divulgado lo que constituye Honduras y lo hondureño. Recordemos algunos: Antonio R. Vallejo, Alberto Membreño, Elba Nieto, Atanasio Herranz, entre los y las primeras; Ramón Rosa, Juan Ramón Molina, Lucila Gamero, Froylán Turcios, Rafael Heliodoro Valle, Clementina Suárez, Alfonso Guillén Zelaya, Argentina Díaz Lozano, Medardo Mejía, Roberto Sosa, Óscar Acosta, Rafael Murillo Selva, Roberto Castillo, Julio Escoto, hombres y damas de letras, algunos traducidos a otras lenguas, recipientes de premios internacionales.

    La fundación de la Academia Hondureña de la Lengua en 1948 ha permitido la creciente impartición de talleres y seminarios con la participación de docentes, publicación de obras, asistencia a congresos, defensa y divulgación del español.

    El surgimiento de editoriales públicas y privadas igualmente ha constituido un medio eficaz de divulgar el pensamiento de nuestra intelectualidad en distintos géneros literarios. Asimismo, el montaje, ya institucionalizado, de ferias del libro con periodicidad anual en Tegucigalpa y San Pedro Sula. Pese a la carencia de adecuados y permanentes respaldos institucionales, al reducido número de lectores respecto al total poblacional, a los crecientes costos de impresión, continúan activas en su noble misión cultural.

    Aquella excitativa formulada por José Cecilio del Valle de adquirir libros continúa presente y vigente hasta la actualidad. Jorge Luis Borges lo advirtió: “El libro nunca perecerá”.