16/09/2024
01:18 PM

Las reformas de la Unah

    San Pedro Sula, Honduras.

    Las reformas en las normas académicas de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah) introducidas en el Consejo Universitario para su debate y aprobación han generado incomodidad y oposición en algunos sectores de la comunidad universitaria que se siguen expresando públicamente contra ellas.

    Todo lo que sea para el mejoramiento de la calidad académica y que favorezca las tareas de investigación, no sólo memorización, y de proyección hacia la sociedad tienen el respaldo de la mayoría del estudiantado que, sin embargo, se ha pronunciado por la utilización de métodos pedagógicos modernos y evaluaciones equilibradas que recojan la labor diaria, acumulativos, y la síntesis del período en pruebas; también exige espacios físicos adecuados para la docencia e instalación de laboratorios.

    Las exigencias de los estudiantes son mayores en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en el Valle de Sula (Unah-vs) pues las deficiencias indicadas anteriormente son el resultado de la centralización operativa, académica y, sobre todo, presupuestaria, de Tegucigalpa. La descentralización izada como bandera por décadas ha ido decayendo hasta aislarse y sobrevivir en conversaciones privadas.

    Las autoridades universitarias desarrollan un proyecto de actualización y mejoramiento de las labores académicas, guiadas por la autoevaluación en las carreras y el plan de mejoras exigido a cada una de ellas, cuyo personal se halla en un proceso de “relevo generacional” con el que está disminuyendo en el alma máter la inteligencia, sabiduría y experiencia, aunque está claro que nada hay inmutable, personas o situaciones, al paso del tiempo.

    Para que la reforma del artículo 253 del anteproyecto en discusión, referente al 70% necesario para la aprobación de asignaturas, represente mejor calidad docente se necesita cambios profundos en los sistemas pedagógicos y en la comprensión humanista de la relación entre el maestro y el alumno, de manera que el primero no sólo trabaje por salario y el segundo no enfoque sólo su interés en pasar y terminar la carrera.

    Si a ello sumamos los cambios en la valoración de los esfuerzos de los alumnos con evaluaciones que superen el “tin, marin...” y se mejoren las instalaciones para que la labor pedagógica se desarrolle en un ambiente favorable, las reformas propuestas tendrían mínima oposición que en ambiente pluralista no cabe la satanización.

    El desafío está planteado. Las evaluaciones en cada carrera han mostrado más debilidades que fortalezas lo que habrá de reflejarse en los planes de mejora, pero, sobre todo, en las acciones que, por progresivas, no deben estancarse en lo administrativo, sino llegar a la labor docente con sistemas pedagógicos modernos y con enseñanzas que ofrezcan profesionales de acuerdo a las necesidades y exigencias de la sociedad.