09/11/2024
08:36 AM

Lo dulce y lo amargo del cacao

Renán Martínez

El dios tolteca de la vida, Quetzalcóatl, robó el árbol del cacao a los dioses para regalarlo a los mortales y plantarlo en la tierra con el fin de que, al estar bien alimentados, los humanos solamente estarían enfocados en superarse, explotando sus habilidades en las artes y las ciencias... sí, esta es solo una leyenda, pero dentro de su fantasía expresa una gran verdad: este fruto, cuyas semillas son de sabor amargo, es una rica fuente de salud y energía y por consiguiente eficiente en el desempeño de cualquier actividad humana. Su grano molido, sin azúcares ni leche añadidos, ha sido utilizado para aumentar el rendimiento físico y mental, como también para prevenir algunas enfermedades.

Los olmecas y los mayas usaron el cacao como remedio para una variedad de dolencias; combatir la fatiga, disminuir el dolor de riñones y hasta para mejorar las funciones intestinales. Los mayas convertían el cacao en chocolate caliente y lo bebían con tanto agrado que lo llamaron “el manjar de los dioses”.

Honduras tiene la dicha de ser el quinto productor en el mundo del codiciado fruto milenario. Sin embargo, quienes más se benefician del mismo son los países que lo importan para transformarlo y regresarlo convertido en exóticas barras de chocolate etiquetadas con precios que determinan las diferentes marcas.

El agrónomo Felipe Martínez, quien se dedica a transformar el cacao para el mercado local, estima que, por regla general, por cada barra de chocolate fabricada, el productor solamente obtiene un cinco por ciento de ganancia, el transformador un 70 por ciento y el distribuidor, el restante 25 por ciento.

En el ámbito internacional, los países subdesarrollados son los que producen el cacao y los países desarrollados quienes lo transforman y distribuyen, por lo tanto, son estos últimos los que hacen el gran negocio. Existen compañías importadoras que brindan asistencia a los productores hondureños, los capacitan y los forman en cooperativas para que mejoren sus cultivos, pero con el convenio firmado de que les vendan solo el cacao fino a precios que ellos ponen.

Es importante incorporar a la dieta diaria del hondureño los productos del fruto ancestral, sobre todo el chocolate negro y que no tenga exceso de azúcares y lácteos, ya que estos pueden disminuir sus efectos benéficos para la salud. Es bienvenida también cualquier iniciativa tendiente a apoyar a los productores que han saboreado lo amargo de cultivar cacao sin obtener mayores beneficios económicos.