18/05/2024
12:54 PM

Juzgando a quién...

Sergio Banegas

El exgobernante Juan Hernández está sentado en la silla de los acusados, difícil prueba que está afrontando, pues los testimonios de los testigos presentados por la Fiscalía parecen veraces, más allá de los argumentos ad hominen que se realizan por el pasado delictivo de los mismos. Con independencia de lo que presentará la defensa en descargo, luego los argumentos finales y posterior deliberación del jurado para determinar la culpabilidad o inocencia del inculpado; el telón de fondo muestra que quienes realmente están sentados recibiendo semejantes acusaciones son las instituciones públicas del país. Las fuerzas armadas, la Policía Nacional, el Ministerio Público, el Congreso Nacional, han sido mencionados como instituciones secuestradas por el crimen organizado, es realmente pavoroso escuchar la manera en cómo la complicidad institucional permitió semejantes desvaríos, haciendo con ello una auténtica cooptación de los poderes públicos.

Así que es “irrelevante” la acusación a la persona como tal, pues todos los días se acusan a personas que lindan en sus actuaciones con delitos terribles; lo realmente grave es la posición que ocupó con la facilidad de un debilísimo Estado que no reaccionó: mudo, sordo y ciego ante lo evidente. Entonces, no solo se juzga en este caso a una persona natural, sino también al Estado fallido en el cual nos convertimos, se acusa y señala que la administración pública se sentó en silla de escarnecedores y anda en camino de malos, una entidad estatal que aplaude al malvado y aparta al probo.

Con ese panorama tan oscuro es necesario que la ciudadanía adopte una nueva actitud de no ser comparsa del político corrupto, sino ser veedor y señalador, agente de cambio con valentía de los procesos políticos que tanta trascendencia tienen para las generaciones presentes y futuras. La sentencia vendrá: absolutoria o condenatoria, pero la mancha de las cenizas es un doloroso recordatorio de las puertas quemadas, de los muros caídos, de la necesidad imperiosa de que el país donde el sol se levanta más allá del atlante azulado sea un nuevo paradigma de honestidad e integridad para un mejor mañana.