19/05/2024
12:00 AM

El niño “mula”

Alfredo Haces

Una violación, pena y vergüenza la denuncia donde está involucrado un niño de apenas dos años de edad, del que sus partes íntimas fueron utilizadas para introducirle droga, y siendo la autora su propia madre, hecho ocurrido el pasado 23 de marzo en la cárcel de máxima seguridad La Tolva, en Morocelí, El Paraíso.

Se trata de Anny García, una joven madre que al saber que a los niños no los pasan por el escáner de los rayos equis en el registro de seguridad de ese centro penitenciario, utilizó a su hijo para que transportara marihuana.

Adentro en la sala de visitas, madre e hijo se reunieron con dos pandilleros, uno de ellos supuesto amante, y es donde las cámaras de seguridad han filmado lo ocurrido, por lo cual las máximas autoridades de La Tolva aseguran que la droga venía en las partes íntimas del niño, al que se la sacaron presionándole su abdomen para que la defecara.

La polémica entre las autoridades de este centro penitenciario, que aseguran todo lo expresado fue objeto de confirmación, pero las autoridades del Ministerio Público deniegan este caso después de haber entrevistado a la madre del niño, a quien dejaron libre por no haber encontrado pruebas en contra de ella.

Ser niño en Honduras es una mezcla de sueño y realidad.

Lo primero, porque los derechos de los niños son un espejismo y, lo segundo, por el ambiente en que nacen y les son violados sus derechos, como este caso de ese niño, a quien le ocuparon su cuerpecito para introducir droga.

La pregunta del espíritu de la defensa natural de los niños, ¿cuántos otros menores de edad podrían estar siendo utilizados como “niños mulas” para introducir drogas a los diferentes centros penitenciarios que existen en un país llamado Honduras?