El año pasado, la corrupción le costó al mundo más de un billón de dólares (1). Es decir, un billón de dólares que no podemos utilizar para obtener una mejor atención sanitaria, educación, alimentación y cuidado del medio ambiente. Un estudio demuestra que la corrupción en Honduras le cuesta a cada ciudadano 592 dólares al año. Y la corrupción es sólo una parte del problema de la mala gobernabilidad -muchos países son administrados de forma ineficaz, sin rendición de cuentas, sin transparencia, ni un Estado de Derecho (2).
Administrar mejor a los países tendría beneficios obvios. No sólo reduciría la corrupción, sino que los gobiernos podrían proporcionar más servicios que el público quiere, y de mejor calidad. Es probable también que el crecimiento económico aumentara. En una encuesta reciente de la ONU a siete millones de personas en todo el mundo, la opción de un gobierno honesto y sensible estaba cuarta en la lista de prioridades de la gente. Participantes de países sudamericanos lo posicionaron incluso en tercer lugar, detrás de educación y asistencia sanitaria (3).
Pero, ¿cómo conseguir un mejor gobierno? Esta es una pregunta importante cuando el mundo está considerando cuáles son las metas a fijar para el futuro. En el cambio de siglo, la comunidad internacional acordó una serie de objetivos de largo alcance para mejorar la vida de las personas más pobres del mundo en 2015: los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Se centraron en salud, pobreza y educación, e hicieron un gran bien. Pero no mencionaron la gobernabilidad.
En septiembre de este año, 193 naciones del mundo tienen como objetivo fijar el siguiente conjunto de objetivos para el año 2030. Se busca abarcar todas las principales áreas, desde la salud y nutrición hasta medio ambiente, conflictos y educación, e incluir algunos objetivos en materia de buena gobernabilidad. Sin ella, la lucha contra problemas como la nutrición y el medio ambiente se vuelve más difícil -si existe corrupción, la mayor parte del dinero destinado a comida podría ir a otro lugar, y si hay poco control institucional, las normas ambientales ambiciosas simplemente podrían ignorarse.
Es de vital importancia que seleccionemos los mejores objetivos para el año 2030. En estos momentos, hay 169 objetivos propuestos -el proyecto favorito de cada quien- pero no todos ellos son igualmente buenos. Para ayudar a los gobiernos del mundo a elegir las mejores metas, mi grupo de expertos, el Copenhagen Consensus Center, ha pedido a más de 60 equipos de expertos que hagan un análisis económico de las propuestas más prometedoras, mostrando qué objetivos costarán poco y harán mucho bien y cuáles costarán mucho pero serán de poca utilidad, básicamente proporcionando igualdad de condiciones para comparar ampliamente diferentes objetivos.
Mary E. Hilderbrand de la Bush School of Government and Public Services (Texas A&M University), ha escrito el documento principal sobre la mejora de la gobernabilidad. Como ella señala, es obvio que las naciones bien gobernadas son mejores que las mal gobernadas. Pero, hay dos problemas.
El primero gira en torno de si la buena gobernabilidad es un requisito previo para el desarrollo o una consecuencia de él. Los análisis históricos han demostrado que las buenas instituciones, como la seguridad de los derechos de propiedad, son el factor más importante detrás de la variación en la riqueza de los países, y que más corrupción va de la mano con un menor crecimiento económico. Eso pareciera sugerir que una mayor seguridad de los derechos de propiedad y una menor corrupción, generarán más riqueza. Sin embargo, análisis posteriores han demostrado que podría ser fácilmente que el aumento de la riqueza y el crecimiento económico lleven a una mejor gobernabilidad. Por ahora, es difícil decir que la buena gobernabilidad es la principal manera de iniciar un círculo virtuoso.
El segundo problema es que no sabemos mucho acerca de cómo tener un buen gobierno. Un estudio de 80 países en los que el Banco Mundial tenía programas para mejorar la gobernabilidad, demostró que ésta mejoró en el 39% de los países y empeoró en el 25% -lo que podría parecer un éxito moderado. Sin embargo, todos los países a los que el Banco Mundial no ayudó tuvieron tasas de éxito y de fracaso similares- lo que sugiere que los programas del Banco Mundial no habrían hecho ninguna diferencia.
La cuestión básica es que, mientras todo el mundo puede acordar que sería genial deshacerse de la corrupción y tener gobiernos más transparentes y que rindan cuentas, a menudo sabemos muy poco acerca de cómo lograrlo. Es por ello que proponer objetivos como “reducir sustancialmente la corrupción y el soborno en todas sus formas” suena muy bien, pero son esencialmente consignas con buena intención pero con poco contenido.
De hecho, Hilderbrand considera que muchas de las metas propuestas son demasiado generalizadas, y algunas incluso hacen un mal uso de los recursos.
Sin embargo, ella encuentra un objetivo que haría mucho bien por cada dólar gastado. “Para 2030 proporcionar identificación legal para todos, incluyendo el registro de todos los nacimientos.” Puede sonar como un paso muy poco ambicioso para las personas que tienen la suerte de vivir en democracias prósperas donde estas cosas se dan por sentado, pero sería un gran avance para muchos países en desarrollo.
Es importante destacar que este es un resultado medible, por lo que el progreso se puede monitorizar. También significa que deben estar funcionando los servicios públicos para proporcionar servicios de registro y para luego mantenerlos. La construcción de esta capacidad en una sola área bien definida proporcionaría un modelo claro de cómo otros servicios se pueden prestar con eficacia. De todos modos, es poco probable que existiera un servicio de registro aislado; un servicio eficaz casi seguro será signo de una aptitud de servicio público emergente.
También hay beneficios reales para cada ciudadano al tener una identidad legal adecuada. Les ayuda a reclamar sus derechos legales, por ejemplo, y sin duda también ayudará a establecer derechos de propiedad, que son vitales para que los individuos puedan prosperar y que la economía crezca. Las elecciones se vuelven menos vulnerables a la corrupción cuando los votantes están debidamente registrados. Y, a medida que una economía crece, una identidad legal apropiada es esencial para la apertura de una cuenta bancaria, o para obtener un permiso de conducir.
La buena gobernabilidad es importante. Pero en vez de caer en lugares comunes debemos centrarnos en objetivos alcanzables y medibles que realmente harán una gran diferencia para los próximos 15 años.
Notas:
(1) http://csis.org/files/publication/140204_Hameed_CostsOfCorruption_Web.pdf, http://www.oecd.org/cleangovbiz/49693613.pdf
(2) http://www.unescap.org/resources/what-good-governance
(3) http://data.myworld2015.org/
Bjorn Lomborg es autor de los best seller El ecologista escéptico y Cool It, director del Centro para el Consenso de Copenhague y profesor adjunto de la Facultad de negocios de Copenhague.