Y esa mejora en la vida y en el potencial de ingresos de las personas pobres podría ayudar indirectamente con los otros desafíos; las personas más prósperas tienden a ser más saludables, a tener mejor alimentación y mejor educación.
Esta discusión es importante, porque los 193 gobiernos nacionales del planeta se reunirán en la ONU en septiembre de 2015 para ultimar una lista de objetivos que el mundo debe cumplir hacia 2030. Mi grupo de reflexión, el Copenhagen Consensus, les ha pedido a 60 equipos de economistas, entre ellos varios Premios Nobel, que investiguen cuáles son los objetivos que aportarían el mayor beneficio por cada dólar gastado, para ayudar a esta reunión a tomar las mejores decisiones.
El profesor Emmanuelle Auriol y Alexia Lee González Fanfalone de la Escuela de Economía de Toulouse sugieren en un nuevo análisis, que la banda ancha podría ser una de las mejores inversiones para el futuro.
Claramente, la rápida expansión de servicios de banda ancha ha transformado las vidas de las personas en el mundo industrializado, y hay muchas razones para esperar que los países en desarrollo puedan beneficiarse al menos en la misma medida. El acceso a la información del mercado puede garantizar que los agricultores conozcan el precio de mercado para sus cultivos excedentes y no ser engañados por comerciantes sin escrúpulos, y que los pescadores puedan desembarcar la pesca en el puerto ofreciendo el mejor precio.
Un estudio del Banco Mundial mostró que un 10% de aumento en la penetración de la banda ancha aumentó el crecimiento del PBI en un 1.4% en países de ingresos bajos y medianos. Esto es importante porque todavía persiste la brecha digital entre las regiones desarrolladas y en desarrollo del mundo, y cerrar esa brecha podría dar un gran impulso al desarrollo.
Mientras que los Gobiernos en Europa y en otros lugares siguen invirtiendo en una banda ancha más rápida y mejor, los mayores beneficios se obtendrán de ofrecer conexión de Internet a la gente que aún no la tiene, la mayoría de los cuales viven en países en desarrollo y emergentes. Aquí, el mundo en desarrollo puede saltar un paso respecto de los países industrializados, evitar los cables de fibra óptica caros en lo que se llama la “última milla”, o acceder a parte de ella e ir directamente a la banda ancha móvil.
El uso del teléfono móvil ya se está extendiendo rápidamente en los países en desarrollo, evitando la necesidad de una infraestructura fija de estilo antiguo, y los servicios de datos pueden utilizar el mismo sistema. El estudio muestra que aumentar la banda ancha móvil alrededor de tres veces en regiones en desarrollo -de 21 a 60%- tendrá un costo significativo (alrededor de $1.3 billones). Esto es simplemente el costo de la infraestructura adicional necesaria para enganchar unas tres mil millones más de conexiones a Internet. Sin embargo, también se incrementará el crecimiento del PBI. En 2020, los beneficios serían casi medio billón anual, y estos aumentarían aún más hacia 2030.
La banda ancha es una tecnología favorecedora tan importante que es difícil estimar el impacto total sobre la economía, que varía según las circunstancias locales. Lo que el estudio muestra, sin embargo, es que extender el acceso a Internet es dinero bien gastado. Se crean trabajos directamente en la organización que proporciona la red, e indirectamente en la cadena de suministro. Una vez en su lugar, la banda ancha ayuda a crear más puestos de trabajo en la economía en general. Las empresas se vuelven más eficientes e innovadoras. Todos estos factores aumentan la tasa de crecimiento económico y, por lo tanto, presentan un argumento fuerte para que los Gobiernos incluyan el acceso a la banda ancha en la siguiente serie de objetivos mundiales.