Hablar de corrupción e impunidad en Honduras es señalar los fenómenos más dañinos que corroen y oxidan el desarrollo de una sociedad en todos sus campos, y que han deambulado las 24 horas del día y de la noche en cualesquiera de los 298 municipios y con todo tipo de actores.
Y especialmente, en la actualidad, el país es señalado por cualquier cantidad de actos de corrupción y de impunidad, pues Themis, la diosa de la justicia pareciera haber emigrado y luce un rostro triste y careto.
La Corte Suprema de Justicia ha sido uno de los poderes del Estado con más páginas negras archivadas en la historia, y en la actualidad está en la mira de diversas instituciones nacionales e internacionales por el último escándalo de archivar el caso de la “red de diputados”. La Misión de Apoyo contra la Corrupción e impunidad en Honduras, Maccih, la señala de encubrir a un promedio de 60 diputados y exdiputados corruptos que pasarán a la inmensa lista de la impunidad de los políticos.
El Congreso Nacional debe ser el hemiciclo con la voz de los 128 diputados, hombres y mujeres que representan los 18 departamentos para legislar a favor del pueblo y jamás para fomentar la corrupción y la impunidad.
El Poder Ejecutivo pasa por los cuestionamientos más remarcados de las últimas décadas. A tal grado que la retoma presidencial del mandatario Juan Orlando Hernández Alvarado, que se realizará este sábado, 27 de enero, quedará en la historia política, por la incertidumbre de estos actos.
Es lamentable que Honduras esté ocupando el primer lugar como país más pobre de Latinoamérica. Pero más vergonzoso y penoso es la crisis de la corrupción e impunidad en un país llamado Honduras.
