08/11/2024
01:15 AM

Cuba, una piedra en el zapato de John F. Kennedy

El viernes se cumplen 50 años del asesinato del Presidente en Dallas, Texas, Estados Unidos

La Habana. De la Bahía de Cochinos en abril de 1961 a la crisis de los misiles en octubre de 1962, Cuba se destaca en la agenda del presidente estadounidense John F. Kennedy, quien dejó una relación congelada desde hace medio siglo entre Washington y La Habana.

Cuando Kennedy asumió la presidencia en enero de 1961, su predecesor Dwight Eisenhower y la CIA, dirigida por Allen Dulles, ya tenían previsto apoyar una intervención militar de exiliados cubanos para derrocar a Fidel Castro en Cuba.

Kennedy la autorizó con la condición de que no hubiera presencia directa estadounidense y unos 1,400 exiliados cubanos que habían sido entrenados en Guatemala desembarcaron el 17 de abril en las playas de la Bahía de Cochinos, menos de 200 kilómetros al sureste de La Habana.

En el mar, ocho cargueros estaban listos para consolidar la cabeza de puente. Pero los remanentes de la aviación de Castro, bombardeada dos días antes, alcanzaron una nave y hundieron otra. Los otros barcos se marcharon.

En el cielo, los T-33 de Castro derribaron a dos B-26 y cuatro pilotos estadounidenses murieron. La aviación cubana perdió cuatro aparatos.

En tierra, el efecto sorpresa fue nulo: la invasión era “un secreto a voces”, dijo el ministro cubano del Interior de la época, Ramiro Valdés, y 200 mil milicianos fueron puestos en pie de guerra, dirigidos por el propio Fidel Castro.

Los encarnizados combates duraron dos días. Privados de apoyo, los “mercenarios” se rindieron el 19 de abril. Hubo 1,189 prisioneros y 107 muertos en sus filas, y 161 muertos en el lado castrista.

Los prisioneros fueron exhibidos en la televisión. Cinco oficiales fueron ejecutados, nueve condenados a 30 años de prisión y los otros liberados en diciembre de 1962 a cambio de 53 millones de dólares en alimentos y medicinas.

En La Habana, Castro cantó victoria: “Eso es lo que no pueden perdonarnos, que estemos ahí en sus narices, y que hayamos hecho una Revolución Socialista en las propias narices de Estados Unidos”, dijo al proclamar por primera vez públicamente el carácter “socialista” de su revolución. En Washington fue el desastre.

“La invasión fue uno de los mayores errores estratégicos de EUA en el siglo XX al reforzar el control de Castro sobre Cuba, asegurar la permanencia de su revolución y ayudarlo a empujarla al campo soviético”, resumió el historiador Richard Gott.

David contra Goliat

Este acercamiento de Cuba a la Unión Soviética condujo, 18 meses más tarde, a la crisis de los misiles. Fidel Castro seguía temiendo a Estados Unidos.

En febrero, Washington consolidó su embargo económico contra Cuba y la CIA continuó puliendo sus planes anticastristas con su Operación Mangosta.

El líder de la revolución cubana miró a Moscú para asegurarse su protección. Encantado, Nikita Kruschov logró convencer a Castro de que, más que un simple acuerdo militar, la instalación de misiles dirigidos a Estados Unidos era la mejor forma de disuasión. En octubre de 1962, aviones espías estadounidenses detectaron los misiles en Cuba. Kennedy no pudo tolerar la presencia de un arsenal nuclear soviético a 150 kilómetros de las costas de Estados Unidos y advirtió a Kruschov de la inminencia de un ataque si los misiles no son retirados.

La crisis alcanzó su punto culminante del 14 al 27 de octubre, en particular el 22, cuando Washington ordenó un bloqueo naval a Cuba y la movilización de 140 mil soldados.

La Habana movilizó en respuesta 400 mil hombres en previsión de una invasión estadounidense.

Pero el 28 de octubre, sin consultar a Castro, Kruschov cedió y aceptó retirar los misiles a cambio de un compromiso solemne de Estados Unidos de no invadir Cuba. Bajo la manga, Moscú obtuvo también la retirada de los misiles estadounidenses desplegados en Turquía.

Es una traición para Fidel Castro, que exigió el levantamiento del embargo estadounidense, el fin de las actividades anticastristas desde Estados Unidos, el fin de la violación del espacio aéreo y el cierre de la base naval de Guantánamo, Cuba. Esto no impidió la consolidación de las relaciones entre la Unión Soviética y Cuba durante los siguientes 30 años, mientras Washington abandonaba efectivamente la opción militar contra Cuba.

Señal de la incapacidad estadounidense para derrocar a Fidel Castro, durante la presidencia de John F. Kennedy se consagró la figura del líder cubano como un “David” progresista enfrentándose al “Goliat” imperialista, con profundas repercusiones en toda América Latina. AFP