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Michel Temer, el político que salió de las sombras para presidir Brasil

  • 12 mayo 2016 /

Si Dilma Rousseff es declarada culpable Temer será presidente hasta el último día de 2018.

Brasil. AFP

Michel Temer quería salir de la sala de máquinas del poder brasileño después de tres décadas en las sombras. Ahora se ha convertido en presidente. Por fin, los focos le buscan a él.

El Senado decidió este jueves iniciar un juicio político contra la mandataria Dilma Rousseff, abriendo el camino para que este glacial abogado de 75 años asuma los mandos de la mayor economía de Latinoamérica durante hasta 180 días.

En caso de que Rousseff sea declarada culpable de maquillar las cuentas públicas, Temer será presidente hasta el último día de 2018.

Sonriendo y en mangas de camisa, Temer siguió las votaciones sobre el impeachment de su compañera de gobierno durante cinco años en la Cámara de Diputados y el Senado.

Una imagen demasiado explícita para este estratega de andar erguido y aire distante poco dado a los excesos. Pero el líder desde hace 15 años del clave PMDB (centro) ya llevaba meses coqueteando con un protagonismo que siempre le rehuyó. Y tras sobrevivir casi 30 años en los envenenados pasillos de Brasilia, supo dosificar las señales de que su matrimonio de conveniencia con Rousseff ya no le convenía.

Hasta que en marzo dio el paso definitivo al orquestar la salida de su decisivo partido de la coalición de un gobierno al que había llegado como número dos y del que salió como su principal verdugo. Como gran 'traidor' y 'jefe conspirador', según la mandataria.

Incluso con su jaque a la reina surtiendo efecto, Temer siguió trabajando entre bambalinas. Mientras a Rousseff se le escapaba su presidencia entre las manos, su vice diseñaba desde su residencia el desembarco al despacho del Palacio de Planalto.

Tanto que ensayó ante el espejo su discurso por si acababa con la banda presidencial cruzada en el pecho. En su segundo 'descuido' desde que el sillón de Rousseff comenzó a tambalearse, se filtró un nítido audio en el que, con la voz solemne que da el poder, Temer se dirigía 'al pueblo brasileño' proponiendo un 'gobierno de salvación nacional'. Faltaban seis días para la votación en la Cámara de Diputados.

El monólogo era también un guiño a los mercados, que le ven desde hace meses como el torniquete que puede frenar la hemorragia económica que dejó anémico al gigante sudamericano.

Aunque su nombre ya había aparecido en otras confesiones, la Justicia nunca ha presentado cargos contra él. Temer también quedó fuera de la última ráfaga de pedidos de investigación del Ministerio Público, que sí alcanzaron a Lula, al líder opositor Aecio Neves o a la propia Rousseff.

El todavía vicepresidente, sin embargo, arriesga no poder presentarse como candidato a las elecciones de 2018 por haber realizado en 2014 donaciones a campañas electorales por un valor más alto del que permite la ley.

Ahora, con la presidencia de Rousseff prácticamente hundida, suenan desconcertantes los versos de 'Embarque', uno de los poemas que Temer escribía en servilletas hasta que en 2013 dio el paso de publicarlos en su libro 'Anónima intimidad'.