El desconocimiento y las dudas en torno a su preferencia sexual, el respeto a las creencias religiosas de sus seres queridos y una sociedad hondureña machista constituyeron algunos de los obstáculos que afrontó el hondureño Miguel Ángel Phillips (25) antes de emigrar a Estados Unidos y encontrar al hombre con el cual caminaría hacia el altar, la persona que con un beso le hizo sentir que había encontrado a su alma gemela (aunque ambos son del mismo sexo).
El oriundo de Siguatepeque nos abrió las puertas a este cuento de hadas en que se convirtió su vida cotidiana. “Mi vida en Honduras era muy normal. Vivía con mis abuelos; ellos son cien por ciento católicos y siento que cuando allá se ve que eres diferente a otras personas en tu preferencia sexual, se trata de cubrirlo a como dé lugar. Nunca permití que se supiera lo que yo en realidad sentía por tratar de complacer a otras personas. Durante los 12 años que estuve con ellos me dediqué a fingir; sin embargo, las cosas cambiaron cuando finalmente llegué a Estados Unidos a reunirme con mi madre”, relató Miguel.
Para este joven, el rumbo que ha tomado su vida no es producto de una preferencia; es algo más profundo. Lo considera un proceso en el que tuvo que experimentar con hombres y mujeres en busca de resolver el acertijo más grande de su vida. El cúmulo de sus experiencias le ayudó a entender que lo que andaba buscando era una persona con la que sencillamente se sintiera bien y lo complementara en todo sentido; el sexo de la misma paso a un segundo plano.
“A partir de ese momento, todo empezó a cambiar. Ya paré de dejarme llevar por lo que los demás dijeran y comencé a explorar y descubrir quién era yo realmente y qué es lo que me haría más feliz, dejé atrás el miedo que sentía de defraudar a mis abuelos. Con la madurez entendí que no estaba haciendo nada malo y que lo que vivía eran cosas que no podía cambiar a menos que me negara yo mismo, algo a lo que no estaba dispuesto”.
Pese a abrir su corazón a sus seres queridos sobre su preferencia sexual, Miguel continuó su vida sumergido en un bajo perfil, enfocándose nada más en sus estudios y trabajo hasta que, cierto día, Danny Phillips apareció en escena y las salidas al cine, bares, discotecas, viajes y compras se volvieron parte de su vida y con ello se fue construyendo lo que hoy son los cimientos de un matrimonio muy estable.
“Antes de estar con él tuve muchas novias. Danny y yo éramos solamente amigos. Irónicamente, el día que me besó por primera vez me estaba alistando para salir con mi ahora exnovia. Ese momento lo cambió todo. Me sentí más inseguro que nunca. A partir de ese instante terminé mi noviazgo y decidí cambiar las reglas del juego e inicié por otro lado”.
'Tenía el sentimiento de que maté de un zarpazo la curiosidad que sentía. Experimenté muchas cosas. Aunque al inicio sentía un vacío, tenía el sentimiento de que tal vez eso no era lo que buscaba. Se hizo presente una sensación que me indicaba que eso no era lo mío, creí que lo que estaba buscando era otra cosa. Era joven e inseguro. Entonces afloraron muchas interrogantes'.
'Depende. Muchas personas cuentan con la madurez, pero sienten miedo, lo desean ocultar, negárselo a la sociedad y a ellos mismos'.
'Nos conocimos hace más de cinco años en un restaurante de Manhattan en unas circunstancias bien extrañas debido a nuestro carácter y de repente empezamos a platicar, intercambiamos números, empezamos a tratarnos,
compartíamos como cualquier pareja y éramos muy compatibles, por lo que no tuve que cambiar nada de mí.
Cuando cumplí 21 años decidí hacer pública nuestra relación, se lo presenté a mi familia y desde ese momento todo se tornó más serio. En ese instante supe que esta relación iba para largo y que era algo que valía la pena atesorar y cuidar'.
'Sucedió en un pueblo en las afueras de Nueva York. Luego de caminar un rato y mientras oscurecía llegamos cerca de un río. Bajo la llovizna del otoño se arrodilló frente a mí y me hizo la gran pregunta. Al inicio no lo podía creer; pensé que podría terminar mi carrera para después dar ese paso, pero al mismo tiempo me sentía feliz y agradecido. Por algo pasan las cosas y aquí estamos felices'.
'Tuvimos una boda inspirada en la cultura del campo, con una orquesta, una ceremonia hermosa mezclada con tradiciones españolas, latinas y americanas. Fue un gran evento. La vida de casado luego de un año y cuatro meses ha sido grandiosa. Pasamos mucho tiempo juntos, viajamos, conversamos mucho. Hay mucho respeto y confianza. Podría decir que mi matrimonio es perfecto'.
'Nunca me imaginé estar casado con una persona de mi mismo sexo. Me imaginaba saliendo con alguien, pero siento que si comparara lo que yo imaginaba con lo que tengo ahora, me hubiese quedado muy corto. Lo que tengo es mucho más de lo que yo soñé. Me siento satisfecho y realizado'.
¿Qué es lo que más resalta de su esposo?
'Él es una persona llena de atributos. Lo que más destaco es su sencillez. Es muy carismático y es una persona muy comprensiva, pero, como todo matrimonio, tenemos altos y bajos. Como hondureño tengo carácter bien fuerte y cuando me enojo me da mi espacio, pero siempre lo resolvemos de manera civilizada, conversando, y hacemos la negatividad a un lado'.
'Les pediría que se valoren y se den cuenta de que en realidad lo más importante es lo que quieran o sientan y no lo que diga la gente. Para mejores amigos, nosotros mismos. No tengo un problema si la gente me acepta o no.
Nada de eso me puede herir, ya que soy feliz'.
'Vivo en un cuento de hadas. En cada fotografía que subo con él a mi Facebook o Instagram escribo: Mi vida es como un cuento de hadas porque aunque cada día es diferente. Siempre vivo la misma historia de felicidad. Sé que hay problemas a veces, pero tengo la dicha de que cuando llego a casa siempre hay alguien esperando por mí'.
El hondureño Miguel Ángel con su esposo Danny Phillips. |