Joaquín 'El Chapo' Guzmán no fue un preso más en la cárcel de máxima seguridad de la que se fugó el pasado 11 de julio. El jefe del cártel de Sinaloa convirtió el penal del Altiplano en su 'oficina alterna', desde allí continuó dirigiendo sus asuntos personales y sus 'negocios'.
Así lo reveló la periodista mexicana Anabel Fernández, quien tuvo acceso al expediente judicial elaborado por la fiscalía mexicana, donde se detalla, entre otras cosas, cómo pasó sus días el capo de Sinaloa mientras estuvo tras las rejas.
Desde su captura en febrero de 2014, el ahora narcotraficante más buscado, nunca fue neutralizado por las autoridades y por el contrario, realizaba los movimientos de su negocio ante la vista de los agentes federales y custodios que lo vigilaban, apuntan las investigaciones de la fiscalía.
Guzmán recibía las visita de su esposa Emma Coronel, sus hijas, su madre y un grupo de 4 abogados, enviados por Ismael 'El Mayo' Zambada, con quienes se comunicaba por medios de señas y claves para enviar mensajes y coordinar acciones, incluso pensaba demandar a una televisora estadounidense que se encuentra grabando una serie sobre su vida.
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Las declaraciones de los testigos revelan que en la cárcel el capo continuaba haciendo negociaciones con otros reclusos cercanos a su celda para ayudarlos con en el tráfico de drogas.