Decenas de miles de mexicanos se sumaron al dolor de los padres de los 43 estudiantes desaparecidos en Iguala hace dos meses, en numerosas marchas pacíficas para exigir justicia con motivo de la conmemoración de la Revolución Mexicana y en las que hubo solamente algunos incidentes aislados.
La movilización más numerosa se celebró en la capital mexicana, donde se reunieron tres contingentes que habían salido desde el Ángel de la Independencia, la Plaza de las Tres Culturas y el Monumento a la Revolución, en el acto más multitudinario desde que comenzaron las manifestaciones por este caso.
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En esos tres puntos recibieron a las tres caravanas formadas por familiares de los estudiantes desaparecidos, de la Escuela Normal (de magisterio) Rural de Ayotzinapa (Guerrero), que llegaron a Ciudad de México tras una semana de marcha.
Los tres grupos se dirigieron luego al Zócalo (plaza principal del país) para celebrar el mitin central de la jornada.
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Como muestra simbólica de su rabia, la multitud quemó un muñeco gigante que emulaba al gobernante con la banda presidencial.
Pero la condena no era sólo para él ni para el actual Gobierno, sino para todo el sistema político mexicano.
'Ni PRI, ni PAN, ni PRD; el pueblo al poder', gritaban algunos, aludiendo a los tres principales partidos del país.
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Con gases lacrimógenos, chorros de agua y extintores de fuego, cientos de policías, protegidos con escudos y cascos, lograron desalojar a los manifestantes de la emblemática plaza del Zócalo, corazón de la capital, donde está la sede de Gobierno.
Armados con palos y bombas molotov, grupos radicales que protestaban, algunos encapuchados, intentaron traspasar las vallas metálicas que resguardaban el Palacio, pero la policía los contuvo, mientras que el fuego de los petardos no logró alcanzar la puerta.
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