El presidente estadounidense, Barack Obama, se apresta a anunciar medidas para evitar la deportación de unos 5 millones de inmigrantes indocumentados, a pesar de la reciente derrota electoral sufrida contra los republicanos, señaló el diario New York Times.
'El presidente está cerca de una decisión final', indicó el jueves un vocero de la Casa Blanca, Josh Earnest, al responder a una pregunta sobre el artículo del periódico desde Asia, donde Obama se encuentra de gira.
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Según el New York Times, que cita fuentes anónimas en la Casa Blanca, Obama tomaría próximamente, incluso a partir de la semana próxima, medidas para reorganizar las tareas de los 12,000 agentes de inmigración del gobierno federal, con el eje puesto en evitar varios millones de posibles deportaciones.
Por un lado, permitiría que muchos padres de niños que son ciudadanos estadounidenses, o tienen residencia legal, obtengan documentación para trabajar y no deban seguir preocupados en ser descubiertos, separados de sus familias y expulsados.
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Esta parte del plan de Obama cubriría hasta 3,3 millones de personas que viven indocumentadas en Estados Unidos desde hace al menos cinco años, de acuerdo con cifras del Instituto de Políticas Migratorias, con sede en Washington.
La Casa Blanca también considera impulsar medidas estrictas que beneficiarían a unos 2,5 millones de personas que han vivido al menos 10 años en el país.
Una mayor protección para indocumentados que llegaron a Estados Unidos siendo niños, y para sus padres, podría afectar a otro millón de personas, en caso de ser incorporada al plan, según el New York Times.
Para poner en práctica estas medidas el presidente no necesitaría pasar por el Congreso, con mayoría republicana en la Cámara de Representantes que se ampliará al Senado a partir de enero próximo tras la victoria de los conservadores en las elecciones del pasado 4 de noviembre.
La dura derrota electoral sufrida por los demócratas alejó por completo la esperanza ya reducida de una reforma migratoria aprobada por consenso en el Congreso, principal promesa de Obama en su campaña a la reelección en 2012.
La sola mención de que el presidente pueda usar sus facultades ejecutivas y firmar decretos sobre este espinoso tema pone fuera de sí a los fortalecidos líderes republicanos.
Pero a pesar de las amenazas de los conservadores de quemar los puentes en el diálogo con la Casa Blanca, las presiones se acumulan sobre Obama, que ha estado postergando una decisión desde principios de año.