Sicarios, que se presume pertenecen al crimen organizado, aliados con policías confesaron haber matado a 17 de los 43 estudiantes desaparecidos hace una semana en el sur de México, que podrían estar entre los 28 cuerpos hallados en fosas clandestinas, algo que sus familiares se niegan a creer.
'Los quemaron vivos. Pusieron todos los cuerpos en la fosa, les echaron diesel y les prendieron fuego', explicó uno de los cientos de policías que se encontraban custodiando el lugar, en las cercanías de la ciudad de Iguala.
Iñaky Blanco, titular de la Procuraduría (fiscalía) General de Justicia del Estado de Guerrero, donde se encuentra Iguala, desveló la trama perpetrada por los uniformados en conjunto con la organización mafiosa Guerreros Unidos.
Blanco, dio a la prensa más detalles de un crimen que ha estremecido a México y puesto sobre la mesa de nuevo la profunda infiltración del narcotráfico en autoridades y policías del país.
De acuerdo con Blanco, dos presuntos sicarios del cártel local Guerreros Unidos, que están entre la treintena de detenidos por este caso, han confesado su participación en el asesinato de 17 de los estudiantes desaparecidos, en alianza con la policía local.
Según su confesión, los dos pistoleros hicieron descender a tiros a los estudiantes del autobús y se llevaron a 17 de ellos hasta un cerro de la comunidad de Pueblo Viejo (Iguala) 'donde tienen fosas clandestinas y donde indican que los ultimaron', señaló Blanco.
La Alianza
Los detenidos aseguraron que la orden de acudir al lugar donde estaban los estudiantes se la dio el director de Seguridad Pública de Iguala, Francisco Salgado, y que la de capturarlos y asesinarlos fue de un criminal del que solo se conoce el apodo de 'El Chucky', que sería un cabecilla de los Guerreros Unidos según el fiscal, que no apuntó posibles móviles del crimen.
Tanto el director de Seguridad Pública como el alcalde están prófugos desde las balaceras en Iguala, situado a unos 200 km de Ciudad de México.
Más de 20 policías de ese municipio de 140.000 habitantes fueron detenidos y señalados de trabajar para Guerreros Unidos, un grupo surgido hacia 2010 del debilitamiento del cártel de los hermanos Beltrán Leyva.
Familia incrédula
Para las labores de identificación se pidió la colaboración de nueve especialistas forenses argentinos con el objetivo de dar certeza a los incrédulos familiares, algunos de los cuales dicen haber visto fotografías de los cádaveres y niegan que sean sus hijos.
Los familiares, que convocaron a una rueda de prensa en la mañana del lunes, están desconcertados por el ataque que sufrieron los jóvenes.
'Uno, como familia, se siente todo mal, sin saber nada de ellos', reconoció a la AFP Óscar García, un adolescente de 17 años que tiene un hermano desaparecido de 19.
'Él quería ser maestro bilingüe, de mixteco y español', recordó García, quien relató que su madre no le acompaña porque no habla español, solo la lengua indígena mixteca.
Este caso ha conmocionado a México y generado reclamos de la ONU al Estado mexicano para que se encuentre pronto a las víctimas.