El actual primer vicepresidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, fue propuesto hoy ante la Asamblea Nacional del Poder Popular para ocupar la Presidencia del país en sustitución de Raúl Castro, de 86 años, quien deja el cargo tras dos mandatos.
Díaz-Canel, de 57 años, encabeza la propuesta de la Comisión de Candidaturas Nacional (CCN) para la conformación del máximo órgano de gobierno del país, el Consejo de Estado, una candidatura que ahora será sometida a votación de la recién constituida Asamblea, aunque el resultado no se hará público hasta este jueves.
Es una transición histórica porque por primera vez desde la Revolución de 1959 se otorga el control del país a alguien sin el apellido Castro.
Los 605 diputados electos han tomado posesión del escaño este miércoles constituyendo así el nuevo Parlamento y ahora deben decidir quiénes serán los 31 miembros del Consejo de Estado, incluido su presidente, cargo ocupado por Raúl y antes por Fidel.
De la mano de Raúl
Formado diligentemente en el Partido Comunista (PCC), este hombre de cabello cano ascendió discretamente los escalones del poder antes de convertirse en 2013, para sorpresa general, en el brazo derecho del general-presidente y en el delfín natural de los Castro.
'Habrá un sentido de renovación, y habrá un sentido de continuidad', advirtió recientemente el canciller Bruno Rodríguez, otro de los cuadros del gobierno. Recordó que Raúl Castro acompañará a su sucesor, pues mantendrá el control sobre el poderoso y gobernante PCC, único partido autorizado a existir en la isla.
Raúl liderará el PCC hasta 2021 -entonces tendrá 90 años- tiempo durante el cual puede garantizar una transición controlada frente a los múltiples desafíos que puedan surgir.
El heredero tendrá que potenciar la indispensable 'actualización' del modelo económico de corte soviético, en momentos en que Cuba enfrenta el debilitamiento de su aliada Venezuela.
También deberá hacer frente al recrudecimiento del embargo de Estados Unidos y el frenazo dado por el republicano Donald Trump al acercamiento que ambos países iniciaron a finales de 2014.
En la isla, esta transición alimenta moderados debates entre fervientes castristas y detractores, que esperan pocos cambios tras una elección en la que no participan directamente.
'Cambian en el gobierno, pero sigue siendo del mismo tipo, siempre va a ser de los Castro. Aunque sea otro hombre, siempre va a ser el gobierno de Castro', consideró Ariel Ortiz, un joven desempleado de 24 años que vive en La Habana.
'Seguiremos (...) el camino de la revolución, continuará la marcha triunfante de la revolución', dijo Díaz-Canel, durante las legislativas de marzo.
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Sin embargo, esta será la primera vez desde 1976 que el presidente cubano no llevará el apellido Castro, no formará parte de la generación 'histórica' de 1959, no vestirá uniforme militar ni será el primer secretario del Partido.
Si es elegido, Díaz-Canel podrá suplir su déficit de legitimidad histórica con el apoyo de Raúl Castro, quien se encargará de cerrar las filas de la vieja guardia revolucionaria, vista como un freno para realizar reformas más ambiciosas.
El nivel de responsabilidad y el margen de maniobra que se le conceda como líder del nuevo Consejo de Estado y de gobierno, será una señal de la voluntad de reforma que tendrá el Ejecutivo en esta nueva era.