Una montaña rusa de esperanza y angustia vivían ayer familiares de personas reportadas con vida en edificios colapsados de la capital mexicana pese a haber pasado más de 72 horas bajo las ruinas que dejó el violento sismo de 7,1 grados del pasado martes.
Socorristas locales e internacionales desplegaban su máximo esfuerzo para encontrar supervivientes y evitar a toda costa que se sumen a la lista de más de 300 muertos que deja el terremoto. Se repetían escenas estremecedoras, como cuando decenas cantaron el himno mexicano tras concluir labores de rescate, los especialistas japoneses quitándose su casco y haciendo una reverencia ante un cadáver que recuperaron o un voluntario que le dice jocoso a una joven rescatada que los tendrá que invitar a cenar a todos.
98 muertos
dejó el terremoto de magnitud 8,2 del pasado 7 de septiembre que afectó los estados mexicanos de Oaxaca, Chiapas y Tabasco.
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Pero desde el presidente Enrique Peña Nieto hasta el alcalde de la ciudad, Miguel Mancera, las autoridades han reiterado el compromiso de prolongar el rescate hasta que se agoten las señales de vida.
Al paso de las horas la esperanza de vida se desvanece.
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No quieren dejar a nadie
La angustia de los familiares de los desaparecidos crece a medida que pasan las horas, al reducirse las posibilidades de hallarlos con vida entre los escombros. Las labores de rescate no solo no amainan a pesar de las lluvias registradas en las dos últimas noches, sino que se han visto reforzadas por la llegada de expertos de España, Japón, Israel, Honduras y Ecuador, entre otros países.
Las labores siguen en diez de los 38 edificios derruidos en la capital, en cuyas inmediaciones los familiares esperan novedades de sus seres queridos mientras los trabajos entre las ruinas avanzan con lentitud.
Es el caso de Martín, padre de Erick, un joven que trabaja en una firma de contaduría que ocupaba el cuarto piso del número 286 de la calle Álvaro Obregón de la céntrica colonia Roma, que se desplomó por el movimiento telúrico.
Dato
Según datos de Protección Civil Federal, hasta ayer sumaban 293 muertos: Ciudad de México es la más afectada con 155 fallecidos, seguida por Morelos (73), Puebla (45), Estado de México (13), Guerrero (6) y Oaxaca (1).
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No es el caso de Alejandro Albarrán, padre de Karina, quien asegura tener “el 300% de esperanza” de que su hija está entre los escombros del inmueble de seis plantas y “al ratito va a estar con nosotros”.
Y es que uno de sus compañeros logró enviar un mensaje desde su celular: “Estamos bien. Somos muchos”.
Dos listas elaboradas por voluntarios en la zona de desastre señala que faltan 51 personas por rescatar, mientras que la otra indica que son 48. El coordinador de Protección Civil, Luis Felipe Puente, aseguró que en las últimas horas han sido rescatadas personas con vida entre los escombros, que suman 115 desde el sismo, pero no pudo precisar cuántas. También estimó en 42 las personas desaparecidas, aunque la cifra parece corta en virtud de las listas que hay en los lugares donde aún trabajan los socorristas.
La coordinadora del Grupo Topos Adrenalina Estrella, Pola Díaz, quien participa en las labores de rescate del edificio de Álvaro Obregón, explicó que las tareas ya se empiezan “complicar”.
Pero, si las víctimas “tienen fortaleza física y espiritual, pueden darnos sorpresas”, afirmó, tras señalar que se estima que allí hay alrededor de medio centenar de víctimas sepultadas, aunque se desconoce si están o no con vida.
3,000 viviendas quedaron afectadas en Ciudad de México por el sismo. El Gobierno calcula que 38 edificios colapsaron. Otros muchos permanecen resguardados y no se permita el acceso.
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También en el barrio Roma, Teresa Ramírez, una bombera de 45 años, confiesa sentirse impotente por la falta de profesionalismo que ha observado durante la emergencia. “Gracias a Dios llegaron expertos internacionales porque ya querían meter maquinaria pesada”, afirma la mujer, cuya prima, una contadora de 42 años, está atrapada en un edificio.
Bajo la montaña de ruinas en la que se convirtió este edificio de siete pisos también se alberga la esperanza de hallar gente con vida. Familiares aseguran que al menos una decena de personas permanecerían en lo que fue el cuarto piso, por lo que rescatistas japoneses e israelíes llegaron a reforzar la búsqueda. Colgado de una cuerda, un letrero rojo escrito con letras negras resume el clamor general: “No a la maquinaria, sí a la esperanza”.