El periodista español especializado en zonas de conflicto Antonio Pampliega relata en un libro sus diez meses de cautiverio en Siria, a donde no volverá 'nunca más', pues 'no tiene sentido volver donde secuestran y decapitan a los periodistas'.
'Mi vida no vale ningún reportaje y me ha costado un secuestro descubrirlo', explica en una entrevista con Efe con motivo de la publicación de su último libro, 'En la oscuridad' (Península), en el que narra un angustioso relato de los 299 días que permaneció en manos de este grupo terrorista.
Pampliega fue secuestrado junto a sus compañeros de profesión José Manuel López y Ángel Sastre a mediados de julio de 2015, cuando los tres preparaban un reportaje sobre los Cascos Blancos -la Defensa Civil Siria- en la ciudad de Alepo, y fueron liberados diez meses después, en mayo de 2016.
El 'freelance' nacido en Madrid cuenta cómo vivió con 'rabia e impotencia' la traición de su contacto en la zona, quien, a través de un tercero, les vendió al Frente Al Nusra, la facción siria de Al Qaeda.
'Habíamos trabajado juntos en una campaña en la que le ayudé a conseguir 4.000 kilos de material escolar. Jamás pensé que me iba a traicionar como lo hizo', lamenta el reportero que, como otros muchos cautivos, tiene que afrontar la angustia del sufrimiento causado a sus seres queridos.
Después de eso, pasaron por varias casas y secuestradores -aunque siempre del mismo grupo- hasta que finalmente Pampliega fue separado de sus compañeros, ya que los terroristas le trataron como si fuese un espía.
Los siete meses que permaneció en soledad se convirtieron en un 'infierno' marcado por las humillaciones, el maltrato físico y los continuos intentos de que abandonara su fe y se convirtiera al islam, algo que 'jamás se le pasó por la cabeza', a pesar de que esto hubiera mejorado las condiciones de su cautiverio.
'Por mucho que intentes hacerte a la idea o ser fuerte, tienes que vivir 24 horas encerrado solo y sin saber qué va a ocurrir mañana', señala.
Para sobrevivir, el periodista se aferraba a su familia -especialmente a su hermana pequeña, a quien dirigía su diario-, así como a Dios y al recuerdo de compañeros que habían pasado por la misma situación.
Entre ellos, su amigo Jim Foley, periodista estadounidense decapitado en agosto de 2014 por el grupo terrorista Estado Islámico tras casi dos años de cautiverio.
Esa situación le llevó a caer en una profunda depresión por la que decidió 'dejarse morir' e incluso intentó suicidarse, explica visiblemente emocionado al rememorar cuando se apoderó de dos cuchillas para seccionar sus venas.
'Era la salida más cobarde, pero también la más rápida y sencilla, pero pensé que si me lo habían quitado todo, debía demostrarles que tenía más dignidad que ellos', afirma.
Al ser preguntado por el motivo que le llevó a viajar a Siria en doce ocasiones, Pampliega no duda y recuerda el momento en el que una anciana le dijo que rezaría para que él pudiera volver a su país y 'contar al mundo que les estaban matando'.
'Yo le dije que iba a seguir yendo a Siria hasta que me quedase una gota de aliento para contar lo que está ocurriendo allí. Y eso hice', explica el reportero, que ha trabajado con las principales agencias internacionales, entre otros como las cadenas CNN o BBC.
En esta ultima ocasión viajaba al país 'sin el apoyo de ningún medio y sin saber si iban a comprar sus crónicas', aunque con el deseo de narrar 'el sufrimiento de los civiles', tal y como explica en su libro.
Pampliega considera que 'la sociedad internacional ha abandonado a los sirios y mira hacia otro lado', ya que la guerra 'hubiera terminado mucho antes si la ONU o la OTAN hubieran intervenido militarmente' y reprocha el trato 'lamentable' que reciben los refugiados.
Preguntado por el desenlace del secuestro, indica que carece de datos, pero agradece su papel al Gobierno español, especialmente a la Vicepresidencia por 'acompañar' a sus familias durante el cautiverio.