Ivanka Trump, la hija mayor del presidente estadounidense Donald Trump, finalmente se convertirá en una empleada formal de la Casa Blanca, tras unirse al gabinete de su padre como su asistente.
Para no violar las leyes sobre nepotismo, la 'primera hija' no recibirá un salario ni tendrá un cargo formal, pero asesorará a Trump en todo tipo de temas, aseguró su abogada, Jamie Gorelick
Ivanka estrenará dentro de poco una oficina en la cotizada ala oeste, a pocos pasos del Despacho Oval, que va acompañada de un permiso para acceder a información confidencial y a dispositivos gubernamentales de comunicación, según reveló Gorelick.
La noticia culmina una lenta conquista de poder que la hija favorita de Trump ha protagonizado desde el triunfo electoral de su padre en noviembre: ese mismo mes, Ivanka participó en una reunión con el líder japonés, Shinzo Abe, a pesar de los posibles conflictos de interés derivados de su empresa de ropa.
Desde entonces, Ivanka ha ido al teatro en Broadway con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau; se sentó al lado de la canciller alemana, Angela Merkel, durante su visita a la Casa Blanca; y se ha formado una cartera política propia en torno a los intereses de las mujeres trabajadoras y el cuidado infantil.
Pero el impacto de Ivanka no se limita a esos temas: es una integrante activa de uno de los dos grandes polos de poder en la actual Casa Blanca, aquel al que el ala populista -la liderada por el estratega Steve Bannon- llama despectivamente 'los demócratas'.
El equipo de Ivanka lo completan su marido, Jared Kushner, uno de los principales asesores de Trump desde su llegada al poder; y dos empresarios de Nueva York y amigos de la pareja, Gary Cohn y Dina Powell, según un reciente artículo del diario The Washington Post.