Los puntos ciegos entre Honduras y Guatemala se convirtieron en territorios dominados por los narcos, quienes impusieron su ley
e intimidaron a los pobladores, los que por voluntad o amenazas tuvieron que ser parte de la estructura criminal como “banderas” o “bodegueros” de mercancías.
A los habitantes que residen en la frontera no les tocó otra que hacerse de la vista gorda e ignorar las transacciones de mercancías, armas, droga, ganado, carros robados y café que se hacían de día y de noche por los puntos ciegos de Copán.
“El 2009 fue un año cuando más droga pasó por aquí. Se traficó con cocaína como nunca antes, y por este punto se hicieron nuevos pasos.
Hubo más rutas que disputar y más violencia en ambos lados de la frontera”, detalla Isaí Romero, poblador del punto ciego en Los Jutes, a unos 12 kilómetros de la frontera de El Florido.
El mismo fenómeno de 2009 se replicó en 2013. Un informe de la International Crisis Group (ICG) resalta que los municipios de Zacapa y Chiquimula, en la frontera oriental de Guatemala, tuvieron las tasas de homicidios con más del doble de la tasa en ese país que dejó 34 homicidios por cada 100 mil habitantes.
En el lado de la frontera de Honduras, Copán y Ocotepeque tuvieron una tasa combinada de 102 homicidios por cada 100 mil habitantes en 2013, más de 20 puntos por encima de la media nacional; aunque aseguran que el número de homicidios se redujo en 2014.
Características
Los 24 puntos ciegos que comunican Copán Ruinas con Guatemala, los ocho por el municipio de Florida y los seis utilizados en el lado de El Paraíso en el departamento de Copán, tienen algo en común: son comunidades pobres, con altos niveles de desempleo y donde las autoridades hondureñas no ejercen ningún control.
Estas zonas, que han sido testigos mudos del tráfico de droga, no siempre han sido tan violentas. Según la ICG, esto está relacionado con “choques externos” que se han originado durante la última década, cuando los grupos criminales sintieron los efectos de las medidas que implementaron los Gobiernos para combatir el narcotráfico y fue cuando arreció la competencia entre carteles.
Los pasos ilegales
La entrada y salida es “libre” por los puntos ciegos. De día y de noche, la circulación de vehículos livianos y camiones no cesa, pese a que en enero de este año el Ejército de Honduras destruyó los pasos ilegales haciendo agujeros de cinco metros de profundidad para evitar el paso de personas, carros y el contrabando.
Pero el paso no se cerró, al retirarse los militares los pobladores en pocas horas rellenaron de nuevo los agujeros.
“Estamos sin vigilancia, nadie controla estos puntos. A nosotros nos afecta porque preferimos ir a los centros de salud de Guatemala y no a los de Honduras porque están más lejos. Siempre hemos estado abandonados, por eso la gente rellenó los hoyos, porque los soldados no volvieron”, relató Eduviges Pérez, vecina de Cordoncillo, en Copán Ruinas.
En La Playona y El Zompopero, en El Paraíso, no hay controles. Camiones y carros con placas hondureñas y guatemaltecas transitan sin problemas hacia Izabal, adonde el cartel de los hermanos Mendoza Mata, reportan autoridades, son los que hacen de este punto el paso obligado para el trasiego de la droga en colusión con grupos hondureños.