Los relatos de los migrantes hondureños retornados a Honduras desde México y Estados Unidos afloraron ayer cuando un grupo de retronados llegó a San Pedro Sula.
Cada historia refleja lo difícil de la travesía en busca del llamado 'sueño americano' y señalan lo complicado de la situación al regreso.
'No dejaré que se vayan otra vez'
Santos Mejía regresó el 17 de junio a su casa, esperando encontrar a su esposa Martha y su pequeño José luego de trabajar, pero se sorprendió porque no estaba ninguno de los dos.
En la casa solo se encontraba la madre de su mujer, quien le dijo: “Martha se fue con el niño para Estados Unidos. Dice que va a luchar por llegar a la frontera con él para darle mejor educación”.
Mejía entendió en ese momento por qué la madre de su pequeño le había pedido días atrás 4,000 lempiras.
En medio de la incertidumbre por no tener noticias de su hijo ni su esposa recibió una llamada para avisarle que ella había sido detenida con su pequeño en la frontera de México y llegaría este miércoles al albergue de niños El Edén desde Chiapas, México.
“No sé por qué se fue. Yo les daba lo que se necesitaba, pero quizá ella no quería que me matara tanto”, dijo con ansiedad el habitante de Dos Caminos, Villanueva.
El nerviosismo llegó a su límite cuando en tres de los cuatro buses que llegarían ese día no estaban sus familiares. “Ella me llamó, me dijo que venía entrando a San Pedro”.
Veinte minutos después llegó el cuarto bus, donde finalmente llegaron su hijo y su esposa. El encuentro fue impactante, especialmente para su hijo, que corrió a sus brazos llorando desconsoladamente al nomás verlo.
'Muero por saber de mis dos hijos'
Él solo quería darles una vida mejor a sus pequeños. Aprovechó la primera oportunidad que tuvo y se los llevó sin imaginar que los separarían.
Ismael Cruz había intentado cruzar por tercera vez la frontera y eso le costó la deportación inmediata.
Cuando fue detenido con sus hijos no pensó que ellos se quedarían en Estados Unidos. Los niños de 3 y 5 años permanecen bajo custodia de las autoridades de migración estadounidense sin saber con exactitud cuál será su futuro.
Cruz llegó el martes anterior al Centro de Atención al Migrante Retornado porque escuchó que varios menores llegarían a San Pedro Sula, pero con el paso de las horas se dio cuenta de que no llegarían ese día.
“Muero por ver a mis hijos. No sé dónde están ni cuándo los van a traer. Es difícil, pero primero Dios estén en buenas manos”, dijo el afligido padre.
Lleva más de 10 días sin verlos y ayer, cuando se comunicó con LA PRENSA, aseguró que no ha conocido una decisión final de las autoridades.
“Me comuniqué con los gringos y me dijeron que mis pequeños están bien. Hay una posibilidad de que se queden si mis familiares residentes se hacen responsables de ellos allá”, dijo con nostalgia el sampedrano.