Dos hondureñas que cruzaron la frontera de México con Estados Unidos piden disculpas al presidente Barack Obama por ingresar ilegalmente a ese país. “Queremos pedirle una disculpa al presidente (Obama) por entrar sin documentos a su país, no venimos a robar ni a ser una carga, venimos a trabajar; también le damos las gracias al presidente por darnos la oportunidad de quedarnos y le decimos que la vamos a aprovechar y no lo vamos a defraudar”, explicó Elvira Hurtado, madre soltera, quien se dirige al estado de California.
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A Elvira Hurtado, de 44 años y a Jeny Judith Artica Caballero, de 31, las unió en esta frontera no solo la nacionalidad, sino el tener que cuidar a sus hijos, luego de permanecer detenidas por entrar sin documentos a Estados Unidos.
Elvira, oriunda de Ocotepeque, Honduras, viajó sola con su hija Jazmin Durón, de 14 años; Jeny Judith, de Tegucigalpa, Honduras, viajó con sus hijos, Carlos Fernando, de 12 años, Jesse Edgardo, de 11 y Celeste de un año.
Elvira, dejó en Honduras a 4 hijos mayores de edad y a su madre. Salió con la esperanza de cruzar a Estados Unidos, para trabajar y conseguir una mejor vida para su hija Yazmin Durón, de 14 años, quien desea estudiar en este país.
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“Lo que hemos vivido no lo esperábamos, nos maltrataron aquí (en Texas), mi hija estuvo en una cárcel junto a mi durante 6 días, hasta que nos dieron una carta, para salir, viajar y la obligación de presentarnos ante un Juez de Migración en 30 días”, dijo la hondureña Elvira.
Quien sí denunció no solo maltrato, si no insultos y vejaciones por parte de agentes de migración norteamericanos es Jeny Judith. Ella viajó los más de 2 mil 700 kilómetros desde Honduras a Estados Unidos junto a sus hijos menores de edad.
“Yo tuve que salir de Honduras porque los delincuentes me estaban extorsionando. Mi esposo trabaja aquí y manda remesas, los delincuentes querían que les pagara o iban a secuestrar a uno de mis hijos, por eso salí de mi país”, dice la mujer.
Agregó que en su patria los policías la detuvieron, le quitaron sus documentos y la entregaron con sus 3 hijos a los polleros, que la mantuvieron secuestrada, hasta que pagó 5 mil lempiras.
Cruzó Guatemala y México. El río Bravo lo pasó en una lancha inflable y ya en Estados Unidos, la arrestaron agentes de la Patrulla Fronteriza.
“Yo nada más traía la ropa de mi hija y la tiraron, dijeron que era basura, a nosotros nos insultaban, nos decían puercos, mugres”, asegura la hondureña.
Junto a sus tres hijos, de 12, 11 y un año, Jeny Judith permaneció siete días en una cárcel. Asegura que solo les daban una comida al día “a veces desayuno, a veces comida, a veces cena, además nos decían puercos, levántense, no estén dormidos”.
Al día 7 de su arresto, a Jeny Judith le dieron una carta, para que se presentara ante un Juez de Migración en 30 días y le dijeron se podía ir, que solo dejara una dirección para saber a dónde iba a estar.
Ahora Jeny Judith espera que su esposo, indocumentado en Nueva Orleans, le mande dinero, para viajar a reencontrarse con él y esperar que el Juez de Migración le dé el permiso de quedarse en Estados Unidos.
Laredenses ayudan con comida
Residentes laredenses, en su mayoría hispanos, se organizaron para ayudar a los migrantes; les llevan comida y los ayudan prestándoles baños, mientras llega el dinero para que viajen.
Los migrantes, que llegan en grupos de hasta 100 personas diariamente, se quedan a dormir en dos estaciones de autobuses. Una de ellas es la Greyhound, ubicada en el centro de Laredo, donde las políticas impiden entrevistas o fotografías.
“Les traemos de comer, los llevamos a que se bañen, son personas, en su mayoría mujeres y niños, que han sufrido mucho. Vienen de estar detenidos y solo esperan el dinero para poder reunirse con sus familiares o amigos en el interior del país”, dijo Mary Cruz, una activista laredense.