Los resultados de la Prueba de Aptitud Académica en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras han generado un debate colectivo en los medios de comunicación, entre los jóvenes y en las mismas familias que observan las dificultades de algunos de sus miembros para ingresar al nivel superior. Se mantienen al margen, sin embargo, los responsables de los centros de educación primaria y media, de donde egresan los alumnos con la ilusión de iniciar la vida universitaria.
El promedio cercano al 90% de aprobados obtenidos en el 2006 al 60% el año pasado ha hecho saltar las alarmas en el recinto universitario en donde se desarrollan jornadas de capacitación no sólo para fortalecer la seguridad y confianza de los aspirantes y alejar su miedo, sino para completar ciertas áreas de conocimiento en las que se presentan mayor debilidad. La evaluación de los resultados habrá que hacerla después de la próxima prueba en junio, para la cual se han iniciado ya los trámites administrativos que los jóvenes deben completar, ahora mucho más fácil y ágilmente, a través de internet, aunque aún es necesario presentarse en el campus para obtener cierta información.
Con la instauración del requisito comenzó un debate interno, pues los opositores a la prueba señalaban que era cerrar las puertas de la universidad del pueblo a un gran número de hondureños, mientras que los defensores argüían que el campus no era para pasear ni la matrícula para obtener cupo que no se aprovechaba, limitando las oportunidades al completarse las secciones con estudiantes fantasmas que no llegaban ni el primer día o en la primera evaluación abandonaban.
Erradicado este mal endémico, falta asegurar plenamente que los muchachos que quieren estudiar, pese a las enormes deficiencias y vacíos a lo largo de sus años de escuela y colegio, inicien sus estudios superiores.
Para ello, los padres son el primer objetivo a considerar en la vida escolar y estudiantil de los jóvenes, de manera que participen activamente con sus hijos y maestros, haciendo prevalecer con absoluta prioridad el derecho a la educación, sobre las conquistas gremial y laboral.
El bajo nivel pedagógico y de conocimientos en no pocas instituciones privadas a la que los padres envían sus hijos por estar en la colonia o por la mensualidad así como por la inseguridad y el galopante avance de la pobreza condicionan muy negativamente el futuro de los aspirantes a ingresar en la universidad, dificultando aún más su ingreso en los estudios superiores.
Al PAA debe acompañar el interés de la máxima casa de estudios por el mejoramiento de la calidad educativa en el sistema nacional de donde proviene la población estudiantil, para disminuir los elevados índices de reprobación que cierran las puertas de la UNAH a miles de jóvenes y recuperar aquel 90% que enorgulleció a estudiantes y autoridades.