Viajar de La Ceiba a Trujillo, en el departamento de Colón, se ha convertido en un verdadero calvario.
Además de los constantes baches que hay en los más de 300 kilómetros de distancia, se suman los casi cien túmulos que han construido a los largo del trayecto.
La mayoría de estos reductores no están pintados, lo que dificulta a los conductores de los vehículos poder verlos, ya que la vía no está iluminada. Esto ha provocado centenares de accidentes viales con daños materiales y hasta con personas muertas.
Los dirigentes comunales de las aldeas que se ubican a la orilla de la carretera los construyen sin los permisos correspondientes de las autoridades y sin ningún requisito de ingeniería.
Los constantes baches y túmulos han provocado, además de accidentes, que merme el flujo de turistas a Trujillo.